Los padres de esta niña eran unos borrachos. Este hombre la salvó

Tras un largo día de trabajo, Ivan Razumov, de Bielorrusia, disfrutaba de la puesta de sol mientras conducía de camino a casa. Nada parecía fuera de lo normal, hasta que de pronto vio a una niña pequeña corriendo en el arcén de la autopista.  

Esto le pareció un poco raro e incluso le produjo cierta desazón. Normalmente la gente no va caminando junto a la autopista, y menos los niños. Ivan detuvo el coche y se dirigió a la niña.  La pequeña vestía ropa vieja y sucia; tenía la cara sucia y el pelo desaliñado. Sus zapatos estaban gastados y la expresión de su rostro, asustada. Una expresión que no suelen tener los niños. Tenía unos 4 años. 

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"¿Cómo te llamas?", le preguntó Ivan. La niña, en tono enojado e inseguro, le contestó: "Zhenya… Fedorovich… Vladimirovna". Finalmente, Ivan supo que la niña llevaba corriendo unos 15 km. Quería helado con tanto afán que iba de camino al pueblo de al lado: no había comida en casa y los padres de Zhenya estaban demasiado borrachos para cuidar de ella. 

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"Llevo corriendo mucho tiempo... me duelen las piernas... y las manos. Me he caído", le contó la exhausta niña a Ivan, mientras le señalaba su brazo roto. En shock por lo que veía, el hombre le dio agua y llamó a los servicios sociales, que llevaron a la pequeña de inmediato al hospital.  

Cuando fueron a casa de Zhenya a hablar con sus padres, los trabajadores sociales no salían de su asombro.  No había nadie con quién hablar: la madre estaba dormida en el suelo y el padre, sobre la mesa. Ambos estaban tan borrachos que simplemente no reaccionaron a la presencia de desconocidos en su casa.  

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En el hospital la pequeña se recuperó muy rápidamente. Zhenya era una niña muy simpática, alegre y curiosa.

Ivan Razumov, el hombre que la encontró en la autopista, aún se interesaba por su estado y preguntaba por ella con frecuencia.  En verano visitó a Zhenya en el hospital. "Te estaba esperando", dijo la niña con su linda voz. Ivan afirmó que quería adoptar a la pequeña si a los padres no se lo permitían: "Estoy listo para hacerlo ahora. Solo tengo que hablarlo con mi familia".

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Si no hubiera sido por Ivan, la historia de Zhenya Fedorovich Vladimirovna hubiera pasado a ser una tragedia. Lo peor de todo es que durante horas cientos de coches pasaron por su lado y nadie se paró a recogerla.  

Y la cruel actitud de algunos padres con respecto a sus hijos dibuja un panorama aterrador para nuestra sociedad. ¿Son la ignorancia y la indiferencia moneda común en nuestra sociedad? 

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Lo que le sucedió a Zhenya merece ser contado porque el suyo no es un caso aislado. Los niños son nuestro futuro y merecen una vida mucho mejor. Comparte esta historia con tus amigos. 

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