Un buceador sobrevive 60 horas atrapado en una cueva

¿Cuál es tu mayor miedo en esta vida? Seguramente muchos coincidan en la respuesta: la muerte. Pero si hay algo aún más terrorífico, es ver su llegada sin poder hacer nada para evitarlo, completamente indefenso.

Xisco Gràcia, un espeleobuceador español de 54 años, estaba viviendo esta experiencia en sus propias carnes. Se encontraba atrapado en una cueva submarina, sin comida, sin agua y sin bombonas de aire para poder escapar de allí. Las oportunidades de sobrevivir eran casi inexistentes. Xisco sabía que, de un momento a otro, moriría.

Muchas horas antes, se había sumergido en las aguas de "la Cova de sa Piqueta" en Mallorca (España), junto con su compañero Guillem Mascaró. Ambos eran unos expertos buceadores; llevaban explorando el mundo submarino más de 20 años. Aunque tanto Xisco como su compañero son conscientes del riesgo de su trabajo, ninguno de los dos imaginó que aquel día todo iba a salir mal.

Sumergidos en las aguas del litoral balear, Xisco y Guillem recogían datos topográficos y muestras de rocas para investigarlas posteriormente en la Universidad. Una vez terminada la tarea, ambos se disponían a salir a la superficie cuando, sin querer, movieron los sedimentos de una estrecha galería, haciendo que el agua se volviera completamente turbia. Habían perdido la visibilidad. Además, el hilo guía que les podía conducir hasta la superficie se desprendió y se perdió en el fondo del mar.

Xisco y Guillem sabían que la cosa pintaba mal: ya casi no les quedaba aire en sus botellas. Así pues, se dirigieron a la cueva más cercana. Una vez allí, ambos trazaron un plan: solo había suficiente aire para una persona, así que Guillem iría a buscar ayuda y Xisco se quedaría allí, esperando.

Lo que tendrían que haber sido solo 6 horas de espera, fueron convirtiéndose en un largo y tedioso martirio para Xisco. Ya habían pasado muchas horas, quizá incluso días, y nadie había ido en su busca. Le costaba respirar: la concentración de CO2 en la cueva era muy alta. No tenía comida y pronto se acabarían las pilas de su linterna, lo que lo sumiría en una oscuridad total. En ese momento, tendría que escoger un lugar de la cueva donde colocarse, y del que no se podría mover o, de lo contrario, caería al agua.

No sabía si Guillem había conseguido salir a la superficie. Quizá se había ahogado por el camino. Si era así, estaba perdido. Nadie sabría jamás dónde estaba.

Entonces, de pronto, oyó unos ruidos extraños. En un primer momento, pensó que estaba alucinando. Pero cuando lo vio con sus propios ojos, no pudo creerlo: era el equipo de rescate. Lo habían encontrado. No iba a morir.

Xisco sobrevivió 60 horas en aquella cueva, o lo que es lo mismo, dos días y medio. Cuando el equipo de rescate lo encontró, le sacaron inmediatamente de allí y una ambulancia lo trasladó al hospital. Mientras estuvo atrapado, pensó en sus dos hijos, en que no se merecían que su padre muriera así, enterrado vivo en un ataúd en la profundidad del mar. Pensó también en todo lo que aún le quedaba por hacer, en todas las promesas que no había cumplido. Por eso, no se rindió.

Ahora, Xisco ya ha vuelto a casa, donde todos le reciben con alegría, como si se tratara de un héroe. Y no es para menos: su hazaña quedará grabada en la memoria de muchos. Y es que la muerte puede ser muy poderosa, pero las ganas de vivir lo son aún más. ¡Bravo por Xisco!

Créditos:

Verne

Mirror

Comentarios

Más de Nolocreo