Una niña le enseña a una mujer de luto lo que es la felicidad

Esta historia muestra que a menudo estamos tan inmersos en nuestros propios problemas que no nos damos cuenta de que los que nos rodean están sufriendo. Pero esta pequeña hizo que esta mujer lo viera todo distinto:  

Ella tenía 6 años la primera vez que la vi en la playa que está cerca de mi casa. Yo siempre voy a esa playa, a unos 5 o 6 km de casa, cuando siento que el mundo se me viene encima y no puedo más. La niña estaba construyendo un castillo de arena o algo parecido, y de pronto me vio; sus ojos del azul del mar.

"Hola"- dijo. Yo asentí con la cabeza a modo de respuesta; no tenía muchas ganas de lidiar con una niña pequeña en esos momentos. "Estoy construyendo algo"- dijo. "Ya lo veo. ¿Qué es?"- le pregunté, sin importarme la respuesta. "Oh, no sé.  Simplemente me gusta sentir la arena en mis manos"- respondió. "Ah, muy bien", pensé yo mientras me quitaba los zapatos. Una gaviota planeó sobre nuestras cabezas. "Eso significa alegría"- dijo la niña. "Mi mamá  dice que las gaviotas nos traen alegría". El pájaro se alejó de nosotros volando sobre la arena: "Adiós, alegría. Hola, dolor"- murmuré para mis adentros, y me volví para marcharme.  Estaba muy deprimida; mi vida iba totalmente a la deriva. "¿Cómo te llamas?" La niña no se daba por vencida. 

"Ruth. Ruth Peterson" - le contesté.

"Me llamo Wendy... tengo 6 años".

"Hola, Wendy"- respondí.

Ella se rió: "Eres divertida".

Pese a mi humor de perros, me reí también y me marché. Su dulce risita resonó en mis oídos.

"Vuelva otro día, señora Peterson,"- dijo ella. "Lo volveremos a pasar bien".

Twitter/Joaquin Baldwin

Los siguientes días y semanas estuvieron llenos de estrés y compromisos: hacer gestiones, reuniones de padres con profesores, y además mi madre estaba mala. Una mañana, el sol brillaba mientras me lavaba las manos. "Necesito una gaviota", me dije y me puse la chaqueta. El olor característico del mar me esperaba. Corría una brisa fresca, pero seguí caminando, intentando recuperar la serenidad y paz interior que necesitaba. Me había olvidado completamente de la niña, cuando esta apareció de pronto. 

"¡Hola! ¿Quieres jugar?"- me preguntó.

"¿A qué quieres jugar?"- le pregunté, algo molesta.

"No sé. ¡Tú eliges!"

"¿A los crucigramas?"- le dije sarcásticamente. 

"¡No sé qué son!"- dijo ella mientras estallaba de risa. 

"Entonces mejor andamos", sugerí. Me di cuenta de lo bonita que era su carita. "Dónde vives?"- pregunté.

"Allí"- dijo ella señalando a un conjunto de apartamentos de veraneo. 

Pensé que era extraño para ser invierno. "¿A qué colegio vas?"

"No voy al colegio. Mamá dice que estamos de vacaciones". Wendy siguió con su cháchara durante todo nuestro paseo por la playa, pero yo tenía la mente en otro lado. Cuando me dirigí a casa, Wendy me dijo que lo habíamos pasado bien. Sintiéndome sorprendentemente mejor, le sonreí y asentí. 

flickr/Joshua Smith

3 semanas después fui a la playa en estado de pánico. No estaba de humor ni siquiera para saludar a Wendy. Me pareció ver a su madre en el porche de su casa y me entraron ganas de decirle que debería dejar a la niña en casa. "Mira, si no te importa"- le solté enojada a Wendy cuando la vi venir, "preferiría estar sola hoy". La niña estaba especialmente pálida y sin aliento. "¿Por qué?" dijo ella. 

Volviéndome hacia ella, le grité: "¡Porque mi madre  ha muerto!". Enseguida pensé para mis adentros: dios mío, ¿por qué estoy gritándole a una niña pequeña?  

"Oh"- dijo ella. "Entonces es un mal día".

"Sí"- contesté. "Y también el día de ayer y el anterior. Así que, ¡vete!"

"¿Te dolió?" me preguntó.

"¿Si dolió el qué?" le grité, exasperada con ella y conmigo.

"Cuando murió".

"¡¡Por supuesto que dolió!!"- le chillé, sin entender, y me marché. 

Un mes más tarde, cuando fui a la playa, ella no estaba. Me sentía culpable, avergonzada y tenía que admitir que la echaba de menos. Así que me armé de valor y fui a su apartamento después de mi paseo. Llamé a la puerta y una mujer de aspecto ojeroso y cabello color miel me abrió la puerta. "Hola, soy Ruth Peterson. Hoy no he visto a su niña en la playa y me preguntaba dónde está". 

"Oh, por supuesto, señora Peterson, entre, por favor. Wendy hablaba de usted a menudo. Creo que a veces la dejé que la molestara. Por favor, discúlpeme si en algún momento fue una molestia".

"Para nada, es una niña encantadora", respondí, dándome cuenta de pronto de que realmente lo pensaba. "¿Dónde está?"

"Wendy murió la semana pasada, señora Peterson. Tenía leucemia, quizás no se lo dijo".

Me quedé muda y fui a agarrar una silla. La sangre se me había ido de las venas. 

"A ella le encantaba esta playa, así que cuando me pidió que la trajera no podía decirle que no. Ella se sentía mucho mejor aquí y tenía muchos de los que ella llamaba días felices. Sin embargo, en estas semanas empeoró rápidamente..."- la voz se le quebró. "Dejó algo para usted... a ver si puedo encontrarlo. ¿Le importa esperar un momento mientras lo busco?"

Asentí tontamente, y mi mente empezó a buscar rápidamente, en vano, algo que decirle a esta linda mujer. Entonces me tendió un sobre con "Señora P" escrito en letras grandes e infantiles. Dentro había un dibujo hecho en colores brillantes: una playa dorada, mar azul, y un pájaro marrón. Debajo, en letras cuidadosas: 

"Una gaviota, que te traiga alegría".

Mis ojos se inundaron de lágrimas y mi corazón, que había casi olvidado cómo amar, se abrió de lleno. Abracé a la madre de Wendy, mientras le decía: "Lo siento, lo siento tanto". Las dos lloramos juntas. 

Este dibujo tan especial cuelga ahora de las paredes de mi estudio. Seis palabras, una por cada año de su vida, que hablan de serenidad, coraje y amor incondicional. El regalo de una niña de ojos del color del mar y cabello del color de la arena; una niña que me dio el regalo del amor. 

Twitter/peepholes 2 the world

Esta historia da realmente que pensar. Las últimas palabras de una persona son muy importantes, sobre todo porque nunca sabes cuándo las dirás. El mensaje de la pequeña Wendy ayudó a esta mujer a encontrar y reconocer la felicidad y la alegría de su vida. 

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