Horrible: adoptan a un niño y después deciden deshacerse de él
Cuando Dmitri tenía tres años fue adoptado en Rusia por una pareja estadounidense, Victoria y Billy Stewart. Sin embargo, la mudanza de Rusia a Florida solo fue la primera de muchas. Poco después, la familia dejó los EE.UU. y emigró a Escocia. Después, los Stewart tuvieron hijos biológicos y, al parecer, estaban arrepentidos de haber adoptado a Dmitri.
Sus padres adoptivos lo trataban como a un miembro de segunda categoría, mientras que a sus propios hijos los llenaban de amor y atenciones. Según Dmitri, también lo maltrataban psicológicamente, lo que no resulta sorprendente si tenemos en cuenta lo que pasó después.
Dimitri, cada vez más afectado emocionalmente, empezó a beber y se unió a un grupo de adolescentes conflictivos.
Cuando cumplió 13 años, sus padres adoptivos contactaron a una mujer en Chicago que supuestamente estaba interesada en criar a Dimitri. No se trataba de ningún acuerdo legal ni oficial. Los Stewart no conocían a Nicole Eason y tampoco habían hablado con ella personalmente, pero aun así enviaron al niño en avión al medio oeste americano.
Había dejado atrás un pasado terrible. De hecho, ningún profesor o trabajador social en Escocia notó su ausencia.
Pero lo que encontró a su llegada en Chicago lo dejó devastado. Su nueva "madre" vivía en la miseria y había pedido al niño en adopción porque los servicios sociales le habían quitado a sus propios hijos. ¿Por qué? ¿Acaso los Stewart no se hicieron esta pregunta?
Pues porque estaba relacionada con un pedófilo.
Por si fuera poco, esta señora se negó a enviarlo al colegio. En cambio, le compró cigarros, y la pesadilla en que se había convertido su niñez empeoró cada vez más. Sin embargo, poco después tuvo un golpe de suerte: a las pocas semanas de su llegada a Chicago, una llamada anónima alertó a las autoridades sobre la presencia de Dmitri.
Finalmente, una familia de Georgia acogió al niño y le dio la oportunidad de tener una verdadera educación y, sobre todo, de crecer en una atmósfera amable y cariñosa.
Actualmente, Dmitri tiene 20 años y está completamente recuperado; ha reconstruido su vida junto a Andrey, su hermano adoptivo, y se ha unido a la lucha contra el tráfico de niños a través de Internet. Combatir esta práctica cruel y abusiva requiere de fortaleza, ingenio y perseverancia. Gracias a personas como Dimitri que se han atrevido a protestar, este problema está cobrando relevancia en los medios.
No cabe duda de que Dmitri continuará llevando una vida estable. Es asombroso que esta terrible experiencia lo haya motivado a hacer algo tan positivo, ¡no solo para él mismo, sino para ayudar a otros que están pasando por una situación parecida!