Un mundo subterráneo bajo París: las catacumbas

¿Qué pasaría si te dijéramos que existe otro mundo aparte del que vemos día a día? ¿Un mundo silencioso, oscuro, húmero y lleno de sorpresas? ¿Y si te dijéramos que ese lugar se encuentra precisamente bajo nuestros pies?  

El 15 de junio de este año, dos adolescentes, de 16 y 17 años, bajaron ilegalmente a los túneles subterráneos de su ciudad. Días después, la policía los encontró gracias a la ayuda de sus perros de búsqueda, en un operativo que duró alrededor de 4 horas. Durante 3 días habían vagado sin comida, agua y en completa oscuridad dentro de los pasadizos. Allí descubrieron una increíble verdad: no es necesario ir muy lejos para encontrarnos con lugares que parecen sacados de película. 

 

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La realidad a veces supera la ficción, y ese es el caso de uno de los secretos mejor guardados de una famosa ciudad europea: París. Y es que además de todos los atractivos turísticos requetecontra conocidos (¿cuántas veces hemos visto una foto de la torre Eiffel?), existe algo de lo que muy pocos no nos enteramos cuando la visitamos: bajo su superficie se encuentran aproximadamente 300 kilómetros de túneles subterráneos atestados de huesos humanos. Se trata de las catacumbas.

Las catacumbas de París son un laberinto ubicado bajo tierra en donde descansan los restos de millones de parisinos. Fueron construidas durante la época romana como canteras para extraer la piedra caliza que se utilizaba para construir edificaciones. En su historia, estos túneles han tenido distintos usos, pero ninguno tan llamativo y siniestro como el de cementerio masivo.

 

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Pero en el año 1786 los cementerios de París estaban colapsados, y por culpa del mal manejo de los cuerpos, estaban expandiendo enfermedades. Para evitar una epidemia y poder desocupar los cementerios, se encargó que los cadáveres fueran trasladados a las canteras. Así fue como comenzó una silenciosa operación. Cada noche las carretas cruzaban la ciudad para transportar los cuerpos de más de 6 millones de parisinos. Sus restos fueron apilados organizadamente en las paredes de las canteras, formando los verdaderos pasillos de huesos que podemos ver en la actualidad.

Actualmente el gobierno permite visitar un corto tramo. El ticket vale tan solo 10 euros y permite recorrer pasillos y unas cuantas recámaras (bastante tétricas). Pero la verdad es que estos túneles tienen cientos de accesos secretos, ocultos bajo iglesias, cañerías y estaciones de metro. Aunque es ilegal entrar, mucha gente lo hace para asistir a fiestas underground, exhibiciones de arte, etc. 

 

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Las catacumbas atraen. Tanto así que hay gente que las considera el “verdadero mundo” y se refiere a la superficie con rechazo o desdén. Esto es porque tienen cientos de pasadizos y habitaciones; algunos llenos de huesos, otros sencillamente vacíos, inundados con agua, con suelo de arena, etc. Las posibilidades son infinitas, los paisajes también. Y en la oscuridad del subsuelo, todo es posible: no existen las mismas reglas que en la superficie, las mismas vergüenzas o convenciones. Los “catáfilos”, como se denominan a los obsesionados con estos túneles, recorren sin miedo y con placer su ciudad subterránea, crean espacios de reunión, hacen eventos especiales o viven allí. En las catacumbas se sienten libres. 

Hay quienes prefieren este mundo de oscuridad a la realidad externa, y un París eternamente de noche en vez del París de las luces. El riesgo es alto. Los adolescentes de la noticia solo sufrieron enfriamiento severo, pero muchos otros se han muerto de hambre o sed, perdidos durante días en los corredores infinitos. Los expertos, sin embargo, conocen los lugares, han trazado mapas y a veces llevan a gente a toures ilegales. 

 

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 Y, de alguna manera, las catacumbas permanecen silenciosas, sin ser el atractivo principal de una ciudad tan turística y visitada como París. Resulta increíble que esta urbe viva sin alteraciones sabiendo que camina sobre inmensas cavernas, y que convivan sin tocarse las personas de la superficie con aquellas del subsuelo. 

Así que ya sabes, la próxima vez que vayas a París puedes visitar los corredores habilitados legalmente para tener una idea de lo que ocurre allí debajo. Pero te advertimos: algunos de sus rincones parecen sacados de película de terror. Solo los valientes, o los habitantes de la oscuridad, se atreven a internarse en ellos. 

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