Jóvenes son rescatados luego de 3 días atrapados en la nieve

Una escapada romántica puede terminar fácilmente en una experiencia de vida o muerte. O al menos eso fue lo que vivieron Blake Alois, de 20 años, y su novia Maddie Popolizio, de 19.

Un fin de semana cualquiera, decidieron ir a escalar juntos el cerro Algonquin Peak, una de las montañas más altas de Nueva York. El viaje completo solo debía tomarles unas tres horas, así que se pusieron sus botas de nieve, metieron un poco de comida chatarra y agua en sus mochilas, y partieron.

Llegaron rápidamente a la cumbre, alrededor del mediodía. Pero cuando estaban allí, observaron cómo una densa niebla se acercaba hacia ellos. Al ver que se avecinaba una tormenta, decidieron que sería más seguro bajar lo antes posible.

Pero en tan solo pocos minutos la niebla ya los había alcanzado, y se hizo tan densa que hacía imposible distinguir el camino de vuelta. Todo lo que veían alrededor era de color blanco, y las huellas de sus pisadas en la nieve se habían borrado. Sin saber hacia dónde caminar, se tomaron de las manos y avanzaron en una dirección aleatoria. Lamentablemente, fue la peor decisión que pudieron haber tomado, pues a poca distancia cayeron 30 metros por un barranco de nieve y aterrizaron sobre las copas de unos árboles también cubiertos de espesa nieve.

Adoloridos, con frío y susto, lloraron y gritaron por ayuda. Ya no podían volver a subir ni tampoco bajar más. Estaban atrapados. 

Llegó la noche y los chicos seguían allí, en medio de una tormenta que parecía interminable. Ya no sentían sus manos ni sus pies, aunque las pusieran bajo sus axilas o se pusieran uno al lado del otro. En ocasiones, uno de ellos perdía el conocimiento y el otro lo tenía que despertar.

Los días pasaron y el rescate no llegaba. Durante ese tiempo, hablaban de cualquier cosa para mantenerse cuerdos y para intentar ignorar el hecho de que no tenían agua para beber ni algo que comer. Estaban lentamente muriendo congelados, de hambre y de deshidratación.

Tres días y dos noches se sucedieron. Hasta que de repente, escucharon un helicóptero a la lejanía. Tuvieron que pensar dos veces antes de asegurarse de que no fuera una alucinación más: ¡era real: los venían a rescatar! Con las últimas energías que quedaban en sus pulmones, gritaron sin parar. Y, a los pocos minutos, vieron cómo alguien descendía hacia ellos, les ataba un arnés y los subía lentamente.

Gofundme

Cuando sus familiares los vieron, pegaron un grito. Los chicos estaban al borde de la muerte, afectados por el frío y la deshidratación. Blake y Maddie tuvieron que pasar unos cuantos días para recuperarse en el hospital, y Blake incluso perdió un dedo por congelamiento. Pero para él, eso no es nada en comparación a haber sobrevivido.

Estos chicos vivieron el susto más grande de sus vidas. Por ahora dicen que se van a relajar y disfrutar al máximo sin tomar riesgos innecesarios. Y recuerda: la próxima vez que vayas a pasear a un cerro, recuerda revisar el pronóstico del tiempo. ¡Que no te pase a ti! 

Créditos:

PEOPLE

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