Mujer con enfermedad que deforma los huesos es bailarina profesional

Cuando Tiffany Geigel nació, los doctores les dijeron a sus padres la dura verdad: su hija padecía una extraña enfermedad genética en los huesos, conocida como disostosis espondilotorácida. A medida que su hija creciera, sus huesos lo harían también, pero no de la manera normal. Su columna se arquearía, sus costillas no le permitirían respirar y su cuello sería muy corto. La presión a los órganos internos sería mortal. Sin embargo, a pesar del terrible diagnóstico, los padres de Tiffany se negaron a creer que no había otra solución. Lo que hicieron dejó a los médicos incrédulos. 

 

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Cuando Tiffany cumplió 3 años de edad, su madre la inscribió en clases de danza en su ciudad natal, Nueva York. Desde ese momento, la niña empezó a bailar con regularidad, ejercitando su cuerpo y su elasticidad. Tiffany creció y su cuerpo dejó de ser como el de los demás niños, pero aún así podía hacer todo lo que los demás hacían. Los médicos estaban sorprendidos con su fortaleza corporal y buena salud. 

Desafiando todos los pronósticos, Tiffany tiene hoy 32 años. Ha vivido mucho más que las expectativas, por lo que ha sido catalogada como una de las personas más sanas que poseen su enfermedad. Es cierto que solo mide 120 cm, pero esto no la ha detenido para perseguir sus sueños. Tiffany es ahora una bailarina profesional

 

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La estadounidense cree que es la danza la que ha marcado la diferencia: “Creo que bailar me ha ayudado a dar forma a quién soy hoy en día, a moverme, a ser activa y saludable”. Efectivamente, gracias al constante ejercicio, Tiffany es capaz de hacer todo lo que la gente cree que no podría: conducir un auto, saltar, correr, nadar, entre otras cosas. 

“El baile es una forma que yo uso para decir: puedo hacer esto, y te hago ver como un tonto si asumes algo como 'ay, mira a esta persona, pobrecita'; '¿Qué hace? No puede hacer nada'; 'me siento tan mal por ella', 'es terrible'”, explica Tiffany. Su mayor sueño es que las personas olviden, por un momento, que tiene alguna clase de "discapacidad" física. En el escenario, ella se transforma: no es la mujer con una enfermedad en los huesos, sino una bailarina profesional. 

 

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“Quiero subirme al escenario y bailar, y hacer que el público se olvide de que me veo distinta y de que tengo una discapacidad, o como quieras llamarlo”, dice con firmeza. Y, viendo sus actuaciones, está claro que no hay nada que ella no pueda hacer en comparación a sus compañeros. Su capacidad de movimiento, elasticidad y destreza no se queda atrás. 

¿Su consejo para los demás? Que no nos rindamos. Todos tenemos algún tipo de problema o lo desarrollaremos con la edad. Hay formas de desafiar a la ciencia, y una de ellas es creer en uno mismo, esforzarse en salir adelante y trabajar duro. Tiffany, con su menudo cuerpo, es un gigantesco ejemplo de ello. 

Créditos:

Shareably, StoryTender

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