Liberan a caballo salvaje con una cadena incrustada en la carne

Advertencia: este artículo contiene imágenes que podrían perturbar a algunos lectores.

En las grandes extensiones del bosque de Letea, cerca de la costa del Mar Negro de Rumania, un animal herido caminó sin rumbo durante varias semanas hasta que por fin alguien lo encontró. Gracias al cuidadoso trabajo de diversas protectoras  animales, un caballo fue rescatado de su angustiosa situación. Ovidiu Rosu, veterinario y miembro de la organización animal "Four Paws" (Cuatro Patas) se hizo cargo del caso. 

Este reto consistía en salvar un caballo salvaje, concretamente una yegua, que sufría a causa de una cadena de hierro que le oprimía la cabeza y los ojos. Lo peor de todo es que se le había enterrado en la carne. Por si fuera poco, los veterinarios descubrieron que padecía desnutrición y que se encontraba muy débil.

Youtube/Caters Clips

Los rescatadores sedaron a la yegua para que fuera más fácil extraerle la cadena. Les llevó bastante tiempo liberar su cabeza. 

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"Es difícil saber cómo había llegado la cadena allí. Quizás, al principio, la tenía alrededor del cuello. Por suerte, pudimos quitarla y curarle las heridas para combatir y prevenir las infecciones", relató Ovidiu. 

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Incluso después del rescate, Ovidiu siguió vigilando a la yegua durante su convalecencia. "La observamos durante algunos días y nos sentimos muy aliviados al ver que se estaba recuperando bastante bien. Era obvio que sin la cadena ya podía disfrutar de la vida", agregó. 

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En el siguiente vídeo (en rumano) puedes ver más detalles de su rescate y tratamiento:

El bosque de Letea es el hogar de una numerosa población de caballos salvajes, resultado del colapso colectivo de las granjas después de la Revolución Rumana en 1989. Muchos caballos se liberaron o trasladaron a la región del delta del río Danubio, lo que provocó que se reprodujeran sin control alguno. Actualmente hay unos 10.000 en esa área. 

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Pero gracias a rescatadores de animales como Ovidiu, incluso los caballos sin dueño del bosque de Letea tienen generosos ángeles de la guarda que los protegen.

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