Una chica estadounidense construye un pozo en Uganda para salvar vidas

Advertencia: este artículo contiene  imágenes que podrían perturbar a algunos lectores.

Isabella Innis es una chica de EE.UU. que viajó a Uganda para trabajar como voluntaria en el hospital público de Mulago, ubicado en Kampala, la capital del país.

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Fue allí donde su camino se cruzó con el de George, un niño de 12 años, quien llegó al hospital junto con su hermano. Ambos necesitaban ayuda médica con urgencia. Habían viajado durante cuatro horas desde un pueblo remoto de la zona central del país aferrados a la parte trasera de una motocicleta.

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El estado del niño era alarmante. Padecía un caso muy severo de fiebre tifoidea. Los doctores actuaron de inmediato para salvarlo. Por desgracia, el hermano de George había muerto poco antes. 

"Al igual que muchas personas de las aldeas de Uganda, George no tenía agua limpia, y por esa razón contrajo fiebre tifoidea. De hecho, su enfermedad era muy grave y el proceso de recuperación requirió mucho tiempo. Fueron esos tres meses de convalecencia lo que nos permitió tener una relación cercana", dijo Isabella.

George tuvo que permanecer en cama varios meses durante su recuperación, e Isabella pasó mucho tiempo a su lado: muy pronto se hicieron amigos. 

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George tuvo que someterse  a un tratamiento quirúrgico muy intensivo, el cual le dejó unas cicatrices enormes en todo el estómago. 

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"Cuando finalmente lo llevamos a su casa, la comunidad me pidió ayuda. Dijeron que necesitaban agua limpia".

La experiencia como voluntaria de Isabella llegó a su fin poco después, y tuvo que volar de regreso a Estados Unidos. Pero no se olvidó de que lo que George y las familias del lugar le habían pedido. El tiempo que compartió con George y su comunidad la transformó profundamente. 

Tan pronto como regresó a casa, Isabella empezó a recolectar dinero con su familia y amigos. Su objetivo era reunir los fondos necesarios para construir un pozo. Cuando finalmente alcanzó su meta, regresó a Kirasa el año pasado, con otros cinco amigos. Todos pudieron presenciar el memorable evento de la llegada del agua limpia a la aldea de George. 

"Vengo de un lugar donde la gente tiene piscinas y colchones de alta tecnología, pero no encuentran ninguna razón para sonreír", señaló Isabella. "George, su familia y sus vecinos duermen en la suciedad. Ahora él y su familia tienen el rostro iluminado con una gran sonrisa por algo tan simple como el agua. Agua limpia. Es todo lo que pidieron. Esa es la razón por la que todos venimos a trabajar aquí", agregó la voluntaria.

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Isabella trabajó muy duro para hacer realidad el sueño de los ugandeses de este lugar.

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"Así es, construir el pozo era nuestro objetivo. Pero todo empezó cuando conocí a George, mi amigo, un chico con una cicatriz gigante, un corazón invencible y una historia que vale la pena compartir", contó Isabella.

Todo un éxito: cuando el agua limpia emergió del pozo recién construido, todo el pueblo bailó de alegría. Esto simplemente nos demuestra que todo lo que necesitaban Geoge y su comunidad para mejorar su vida diaria era alguien con mucha motivación y un profundo sentido de la solidaridad.

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En este vídeo (en inglés) Isabella habla de su proyecto:

Y en este nos cuenta sobre su segundo viaje a Uganda y la construcción del pozo (en inglés):

A veces, un breve encuentro con alguien es suficiente para cambiar la vida de una persona, o incluso la vida de toda una comunidad. Esto es exactamente lo que pasó con Isabella y George. La joven mantuvo su promesa, y tres años después regresó para materializar el sueño de George. Esta chica sentía un gran impulso en su interior y un gran compromiso. Con la ayuda de su familia y amigos, inició un proyecto que puede salvar muchas vidas. Esto nos debe enseñar a hacer un esfuerzo extra para salir de nuestra zona de confort y ayudar a los que más lo necesitan. Esta experiencia fue un gran regalo tanto para Isabella y sus amigos como para George y toda su comunidad.

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