Un pitbull salva a su dueño sordo de 13 años de una casa en llamas

¿Te imaginas no poder oír nada de lo que ocurre a tu alrededor? La vida es bastante más peligrosa: no escuchas a los autos venir, las alarmas sonar o, incluso, cuándo terminó de calentarse la comida en el microondas.

Pues bien, algo así es la vida de Nick Lamb, un chico de 13 años de Indianápolis. Nació con problemas al oído, por lo que es legalmente sordo y solo puede escuchar gracias a sus audífonos especiales. 

Youtube/HLN

Un día, Nick fue a tomar una siesta y, como de costumbre, se sacó sus audífonos. Pero al poco tiempo, sintió que algo húmedo y oloroso tocaba su cara. Sorprendido, despertó y vio, asustado, que su querido pitbull “Ace” le estaba lamiendo la cara con desesperación.

Aún medio confundido, miró a su alrededor y pudo divisar un extraño humo que lentamente se deslizaba bajo la puerta de su habitación. Solo entonces entendió lo que estaba sucediendo: su casa se estaba incendiando, y Ace estaba allí para advertírselo.

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Rápidamente, agarró uno de sus audífonos, tomó mucho aire y se puso la camisa sobre la nariz. Tenía que evitar a toda costa respirar ese tóxico humo. Como estaba en un segundo piso, se dirigió a las escaleras. Sin embargo, cuando las bajó, vio que todo el primer piso estaba envuelto en el denso humo. Y aún peor: el fuego se estaba esparciendo rápidamente por toda la casa. 

Apenas estuvo a salvo afuera, junto a Ace, llamó por teléfono a su madre. Al escuchar la noticia, ella llamó a los bomberos. Pero cuando estos llegaron, ya era demasiado tarde: la casa estaba siendo consumida por las llamas sin piedad alguna, por lo que no había forma de salvarla. Aún así, los valientes trabajadores entraron para poder sacar al único integrante de la familia que aún estaba en peligro: su gatito Pixie. En esta foto puedes ver cómo se veía la casa... ¡qué horror!

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Por suerte, y gracias al rápido actuar de su perro, Nick no resultó herido. Pero sin él, hubiese sido cosa de minutos para que sucediera lo peor. Nick no se había despertado por el ruido (ya que se había sacado sus audífonos) y, probablemente, cuando el fuego llegara a su cuarto, ya iba a ser demasiado tarde.

“Él salvó mi vida”, dice el chico. “Ahora lo quiero aún más”. 

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Los dueños estarán agradecidos para siempre con Ace, por haber salvado a su hijo. ¿No lo crees? Ya no quedan dudas de que los perros son los mejores amigos del hombre. Si quieres ver la historia completa (en inglés), mírala aquí: 

Créditos:

Little Things

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