Pescador naufraga y queda a la deriva por año y medio

Hay veces en las que la realidad supera a la ficción y en las que historias tan extremas como esta parecen sacadas de una película de Hollywood. Esta es la de Salvador Alvarenga, un pescador nacido en El Salvador.

Como todas las semanas, salió a la mar a trabajar, pero esta vez no iba acompañado de su colega de siempre, sino que de un chico inexperto de 22 años.

Esa fatal noche hubo una fuerte e improvista tormenta que destruyó el motor de su embarcación y amenazó con hundirlos en lo más profundo del océano. Gracias a la experiencia de Salvador como pescador, lograron sobrevivir y llamar por radio a sus compañeros. Sin embargo, como no tenían un GPS u otro aparato que les sirviera para dar las coordenadas de su ubicación, no pudieron ser rescatados. 

Sin GPS, sin motor, sin comida y sin agua: las cosas no pintaban bien para Salvador y Ezequiel. Durante 7 días no comieron ni bebieron nada, pero ya al séptimo Salvador comenzó a beber su propia orina para sobrevivir. Cuando lograron atrapar algunas tortugas, se bebía también su sangre. Además, aprendió a pescar y cazar animales con solo usar las manos. Peces, tortugas y aves fueron su alimento durante todo el tiempo que estuvo a la deriva. 

Al poco tiempo, su compañero fue cayendo cada vez más en una profunda depresión. No quería comer ni tomar agua. Un día, convulsionó y murió frente a los ojos de Salvador. Esto sucedió a los dos meses de haber naufragado, y Salvador sobrevivió un año más en completa soledad. 

Una semana pasó antes de que Salvador se deshiciera del cadáver. Durante esos días estuvo en una especie de trance, en el cual continuaba hablando con él como si nada. Hasta que un día reaccionó y se dio cuenta de que el cuerpo se encontraba cada vez en peor estado, y que él se estaba volviendo loco. Entonces lo agarró y lo lanzó al mar. 

Su vida de náufrago continuó así durante muchos meses más, hablando consigo mismo, gritando, alucinando, cantando y también orando para no perder la cordura. A pesar de eso, intentó suicidarse cuatro veces, pero cada vez su propia esperanza de encontrar tierra firme lo detuvo. Así fue durante un total de... ¡438 días! 

El día que divisó una isla a la lejanía pensó que se trataba de un espejismo. Pero no, era una de las muchas que conforman las islas Marshall, a más de 1000 kilómetros de donde había partido originalmente. Allí recibió ayuda y el mundo se enteró de su impresionante historia: había sobrevivido un año y medio en mitad del océano Pacífico.

Aunque esto ya parece suficiente, volver a la vida cotidiana también fue algo muy difícil, ya que Salvador tenía muchos traumas. No podía dormir con la luz apagada ni acercarse al agua (lo que le traía problemas para ducharse). Tenía muchas fobias y no quería conversar. Solo después de un año fue capaz de contar su historia a un escritor, quien recopiló sus conversaciones durante un año para escribir el libro Salvador. La increíble historia de Salvador Alvarenga y sus 438 días a la deriva

Luego de su publicación, la familia del compañero con quien había naufragado lo demandó ante la justicia por algo que él jamás se hubiese esperado: canibalismo. Ellos afirmaban que Salvador se había comido sus restos y le exigían que pagara una indemnización. Salvador negó fuertemente estas acusaciones, ya que gracias a su capacidad de cazar con las manos habían podido sobrevivir ambos durante dos meses. 

La increíble historia de Salvador nos enseña cómo nunca debemos perder la perseverancia. Él pudo salvarse gracias a su asombrosa determinación y, si bien su vida ya nunca será la misma, hoy puede estar tranquilo en casa y junto a su querida familia.  

Comentarios

Más de Nolocreo