Una nepalí de 13 años combate una enfermedad de la piel con vaselina

Advertencia: este artículo contiene imágenes que podrían herir la sensibilidad de algunos lectores.
Nagina tiene 13 años y vive en una zona rural de Nepal. Sus padres se dieron cuenta pronto de que su hija tenía algo raro en la piel: la niña padecía ictiosis.
Esta alteración de la queratinización de la piel no tiene cura; sin embargo, sus síntomas son tratables y no son contagiosos. La piel se vuelve tosca, dura y escamosa; y los que la padecen han de pasar horas al día aplicándose cremas exfoliantes e hidratantes para que no se les formen duras capas en la piel.
Los padres de Nagina ya tenían problemas para alimentar a sus niños; y no contaban con los recursos para cuidar de su hija. Además, en regiones apartadas como en la que viven, este tipo de enfermedades es castigada socialmente y los que las sufren se suelen aislar del resto por vergüenza.
Por ello, la enfermedad de Nagina no hacía más que empeorar; hasta que no pudo moverse. La niña vivía en un cobertizo junto a la cabaña de sus padres y no hablaba con nadie; llevaba una miserable y solitaria existencia.
"Todos queremos a nuestros hijos, pero cuando en una familia falta la comida o el agua, es difícil dar prioridad a otras cosas", explica el Dr. Bibek Banskota, del Hospital y Centro de Rehabilitación para Niños Discapacitados de Nepal.
Cuando sus colegas de la división rural le trajeron a Nagina, la tuvieron que llevar en brazos. Pero este médico supo inmediatamente cuál era la mejor forma de tratar la piel de la niña; y lo curioso de todo es que el producto necesario era uno muy común: vaselina.
Las enfermeras del hospital bañaron a Nagina a diario con un jabón suave y la envolvieron de pies a cabeza con gasas empapadas en vaselina. Además, recibió fisioterapia para que sus miembros se volvieran a acostumbrar a moverse. Por primera vez en su vida, unas manos expertas la cuidaban.
En cuestión de pocas semanas, el estado de su piel había mejorado visiblemente. Nagina conoció a otros niños en el hospital y empezó a sonreír y, finalmente, a hablar. Y la mejor noticia de todas es que la organización mundial de ayuda Direct Relief se enteró del caso de Nagina y decidió proveerle con un año de suministros de vaselina.
En la actualidad Nagina asiste a un colegio para niños con discapacidades."Es increíble cómo algo tan simple como la vaselina le ha cambiado la vida", comentó el Dr. Banskota. "Es muy inteligente y pese a haber nacido con una deformidad en la mano, se las ha arreglado y ahora escribe mejor que yo".
Nagina se ha convertido en una niña alegre, que tiene muchos amigos en la escuela.
Es asombroso lo mucho que consiguieron estos médicos con tan pocos recursos. Esperemos que Nagina siga sonriendo por mucho tiempo.