Minero hace las paces con el colega del que comió para sobrevivir

La mina de carbón del distrito de Tucheng, en Taiwán, fue cerrada varias décadas atrás y el área de alrededor está completamente abandonada. La puerta principal está cerrada por dentro y muchos metros de cadenas yacen dispersos en el suelo. Sin embargo, se oye el rumor del viento frío que sigue soplando desde el pozo y el murmullo del agua que fluye en las habitaciones vacías. La gente del lugar asegura haber visto a un grupo de fantasmas mineros de pie, en absoluto silencio, frente al pozo a medianoche. Todos estos eventos extraños podrían tener su origen en la tragedia ocurrida hace 32 años, en la cual murieron casi un centenar de personas. 

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El 20 de junio de 1984 el pozo minero en Haishan, el segundo más grande de Taiwán, explotó. 94 mineros quedaron enterrados vivos. Fue uno de los peores accidentes mineros de Taiwán. Y, al final, solo hubo un sobreviviente. 

Youtube/周宗魯牧師-追思

"Nadie sabe cómo ocurrió la explosión. De hecho, no todos los mineros estaban trabajando en ese momento. Algunos bajaron y trataron de ayudar después de la detonación, pero (casi) todos habían muerto. Algunos dijeron que se trataba de una cacería por parte de fantasmas, otros creyeron que se trataba de una venganza de la naturaleza", recuerda Zhou Zonglu, el único superviviente. Después del accidente, cientos de familiares esperaban con angustia fuera de la mina, preguntándose si el siguiente cadáver en aparecer en la superficie sería el de algún ser querido. 

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Incluso mucho después, este recuerdo siguió siendo una pesadilla para Zonglu. El túnel estaba tan oscuro que ni las cucarachas podían encontrar la salida. Mientras esperaba el rescate, se acurrucó en el respiradero y se puso una máscara empapada con su propia orina para evitar que el mortal monóxido de carbono entrara en sus pulmones. Si no hubiera sido por esto, el minero no habría sobrevivido. 

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Durante este tiempo atrapado en la mina, solo pudo beber su propia orina y lamer las gotas que escurrían de las rocas húmedas que tenía alrededor para calmar su sed. Pero al poco tiempo el hambre se convirtió en una tortura insoportable. Después de dos días de inanición, Zonglu se vio forzado a hacer algo que lo perseguiría por el resto de su vida: empezó a cortar la carne de su colega muerto para comérsela.  

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Después de soportar durante 96 horas un infierno de 37 ºC, lleno de gas letal, Zonglu fue rescatado. Sin embargo, el horror y la culpa de haber comido carne de su compañero de trabajo permanecieron en su mente y se apoderaron de sus sueños. En sus pesadillas, el colega gritaba: "¡Me comiste! ¡Me debes la vida!". Y cuando el público se enteró de la forma en la que Zonglu había sobrevivido, reaccionó violentamente. La atención excesiva y la controversia se convirtieron en una pesada carga para Zonglu, quien desde ese entonces se despertaba sudando frío casi todas las noches. Continuamente se preguntaba si realmente había hecho algo malo. Llevaba atrapado en una prisión de culpabilidad durante ya 10 años cuando la familia del colega muerto le mostró abiertamente su comprensión y lo perdonó públicamente. 

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En sus últimos años, Zonglu se hizo muy religioso y se integró a un seminario. Se convirtió en un sacerdote muy activo y predicó por todo Taiwán. El pasado junio, Zonglu murió en paz a los 86 años, rodeado de su cariñosa familia. El vídeo en su memoria fue compartido poco después en Internet...

"¿Si pudieras regresar el tiempo, volverías a comerte a tu colega?", le preguntó un reportero a Zonglu en una entrevista. Su respuesta fue simple: "Sobreviví, lo que significa que de alguna forma la vida de los otros 93 se ha prolongado". Debido a que Zonglu era el único testigo y sobreviviente de tan trágico accidente minero, su vida fue tortuosa y desoladora, pero al mismo tiempo estuvo llena de fuerza y perseverancia.

Créditos:

李潔 周宗魯牧師-追思 

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