Le corta los pies a su hija sin querer; un médico se los une de nuevo

Rasa Prasceviciute-sept nació en 1980 en el seno de una familia de campesinos de Lituania. Como todos los niños pequeños, le encantaba jugar al escondite por los enormes campos de la granja con su hermana melliza, Auschra. Pero una mañana de 1983, tuvo lugar un tétrico accidente.

Ese día, el padre de las niñas, llamado Vytautas, quería podar la pradera. Mientras preparaba el tractor con la segadora, sus dos hijas se ocultaron en la hierba crecida. Apenas había recorrido una corta distancia con la máquina cuando, de repente, oyó unos gritos espantosos.

El padre, conmocionado, nunca olvidaría la escena que le esperaba: el cuerpo de Rasa estaba cubierto de sangre y tenía los pies completamente separados de las piernas. La llevó inmediatamente al hospital más cercano al pueblo, pero los médicos no le dieron muchas esperanzas. 

Debido a que había perdido demasiada sangre, Rasa corría el peligro de morir de un "shock". Por otra parte, en 1983, la posibilidad de recolocarle los pies era considerada virtualmente imposible, sobre todo en una pueblecito de la Unión Soviética. Pero los médicos no tiraron la toalla y contactaron con sus colegas en Moscú para convencerlos de que le dieran una segunda oportunidad a la pequeña. El mismo día, Rasa voló a la capital de Rusia. 

Al llegar al hospital de Moscú, el estado de Rasa estaba notoriamente deteriorado. Cuando los expertos vieron sus pies cercenados, perdieron todas las esperanzas. Como no había contenedores de transporte apropiados en el país, habían enfriado sus extremidades poniéndolas junto a paquetes de pescado congelado. Para colmo de males, ya habían pasado más de 14 horas desde el accidente. Solo un joven y ambicioso cirujano aceptó el reto, el Dr. Ramasi Datiashvili.

La operación se complicó porque ninguno de sus colegas quería ayudarlo, ya que sentían que era una pérdida de tiempo. Nadie confiaba en el éxito de la cirugía, pero después de nueve horas muy duras, el Dr. Datiashvili logró reactivar el flujo sanguíneo en los pies de Rasa, a quien le esperaba un largo proceso de recuperación.

El resultado de la operación asombró a los médicos de todo el mundo, ¡se trataba de la primera recolocación exitosa de la historia! Primero Rasa recobró la sensibilidad en sus pies y después aprendió a caminar de nuevo. El Dr. Datiashvili supervisó el proceso de principio a fin y con el tiempo se convirtió en un amigo cercano de la familia. 

Hoy en día, cuando la gente mira a la joven, difícilmente puede imaginarse las experiencias tan duras que tuvo que vivir. Incluso su futuro esposo, a quien conoció precisamente en un baile, se sorprendió mucho cuando vio sus cicatrices por primera vez. 

Esta historia tan estremecedora demuestra que casi nada es imposible mientras no te des por vencido y no pierdas la esperanza. ¡Personas como el Dr. Datiashvili, que salvan vidas a diario sin importar todo el trabajo que ello implica, son un ejemplo brillante para todos nosotros!

Créditos:

sputnik-georgia.ru

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