La madre un un niño autista agradece a un desconocido un gran regalo

Lauren Casper y su marido, John, son los felices padres de dos niños, Mareto y Arsema. Ambos fueron adoptados en Etiopía.

La familia vive en Virginia y los niños se encuentran muy bien en general. Debido a que Mareto es autista y padece ansiedad, algunas veces tiene colapsos emocionales, y sus padres tienen que hacer un gran esfuerzo para ponerlo a salvo. La mayoría de los padres con niños autistas conoce bien este tipo de experiencias.

Un día, cuando toda la familia se encontraba haciendo la compra en Trader Joe's, su hijo pequeño tuvo una crisis. Pero esta vez pasó algo absolutamente maravilloso. Lauren decidió relatar el episodio en el blog The Mighty, el cual conmovió a cientos de miles de personas. Lo que compartió dice tanto sobre el poder de un pequeño gesto que no te lo puedes perder.

Trata de llegar con los ojos secos a la parte en la que se encuentra con la empleada de la tienda:

"Estaba cansada, frustrada, tenía prisa y solo quería irme a casa. Mi marido, John, tenía a Mareto en el cochecito de la compra, y nos disponíamos a dejar la tienda lo más rápido posible, antes de que su crisis empeorara. Estábamos tratando de abrir una barra de cereal para calmar su llanto. Nuestra hija, Arsema, estaba pegada a mi pecho, en el portabebés, mirando todo con los ojos muy abiertos. La frente se me empezó a llenar de sudor, debido en parte a la vergüenza que tenía, pero sobre todo al calor y la energía que estaba gastando corriendo por todo Trader Joe’s con mi bebé de 8 kilos a cuestas y mi niño pequeño gritando detrás de mí.

Seguro que no me sentía en una carrera tratando de conseguir el premio a la Madre del Año. Me sentía en medio de un gran caos. En realidad, deseaba sinceramente que nadie nos mirara de cerca... que fuéramos invisibles para las personas que merodeaban por ahí. Fue caótico, agotador y, desafortunadamente, una experiencia muy común para nosotros.

Por lo general, nuestra familia no pasa desapercibida. No solo somos dos padres blancos con un hijo y una hija de piel oscura (algo que por sí mismo causa miradas inquisitivas y cuestionamientos), además nuestro hijo tiene algunos retrasos físicos evidentes y conductas atípicas debido a su autismo; y a nuestra hija le faltan algunos dedos y otros los tiene unidos por membranas. En otras palabras, cuando salimos a la calle, llamamos la atención. Generalmente no me importa, y a menudo me gusta. Mis hijos son hermosos, al igual que nuestra historia. 

Algunas veces, sin embargo, en esos días en que todo se complica demasiado, sí me importa. Esos días solo quiero desaparecer entre la multitud y ocultarme de las miradas curiosas. Algunos días me canso de todo y solo quiero que seamos una familia normal, no la familia adoptiva, no la familia con niños con necesidades especiales, no una familia única, solo una familia.

Estaba a punto de llorar cuando John tomó a Mareto y puso el cochecito a un lado. Me dirigí rápidamente a las puertas con Arsema en el pecho para subirme al coche lo antes posible cuando escuché una voz detrás que frenó mis pasos.

'¡Señora!', me dijo ella. Me detuve un poco, esperando y rezando que no me estuviera hablando a mí.

'¡Señora!'. Paré y cuando volteé vi a una joven caminando deprisa hacia mí. Tenía una brillante sonrisa en la cara, e inmediatamente noté que tenía unos hermosos rizos negros, como los que me acariciaban el pecho y me hacían cosquillas en el mentón. Al ver su camiseta, reconocí que trabajaba ahí y asumí que había tirado algo. La miré conteniendo las lágrimas, esperando.

'¡Solo quería darle este ramo...'. Y cuando bajé la vista, vi las flores en sus manos. Enseguida continuó con su explicación...

'Fui adoptada cuando era un bebé y mi vida ha sido maravillosa. Necesitamos más familias como la suya'. La miré fijamente, asombrada. ¿Es que no había visto el desastre que montamos en la tienda? ¿No había visto que apenas si pudimos mantener el control? ¿No había visto cómo me sentía por cometer tantos errores como madre?

Cuando me dio las flores, me las arreglé para pronunciar un "gracias" y traté de explicarle que sus palabras valían oro para mí. Me acarició el hombro, me dijo que mi familia era muy bella y se perdió entre los pasillos de la tienda.

Mis pasos se hicieron mucho más lentos mientras me dirigía a mi coche con las flores en las manos y las lágrimas derramadas sobre las mejillas. Un día, cuando sentía que éramos el peor ejemplo de familia... un día en que deseaba que nadie notara nuestra presencia... ella lo hizo. Pero ella no vio lo que yo creí que todos estaban viendo. Ella no pensó lo que yo imaginé que todos estaban pensando. Ella vio belleza, amor, esperanza y una familia. Ella pensó que éramos maravillosos y eso la hizo sonreír".

El testimonio de Lauren es enternecedor. De todas formas, la familia "perfecta" no existe. O tal vez podríamos decir que la familia es simplemente perfecta, no importa la forma, el tamaño o el color. ¡Y Lauren es un ejemplo fantástico, a pesar de, o tal vez gracias a las adversidades que ha vivido!

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