Indigente reconoce una foto de un hombre que lo ayudó hace muchos años

Una noche, Jimmy Cavazos se dirigía a una de las propiedades que su familia posee para arreglar unas cosas cuando tuvo un encuentro muy singular, el cual te recordará que el mundo es realmente un lugar muy pequeño, y que ninguna buena acción pasa desapercibida.

Jimmy describe esa extraordinaria noche en este post:

UNA NOCHE INOLVIDABLE
Ayer en la noche, entre la medianoche y la 1 a. m. no podía dormir. Así que decidí levantarme de la cama, vestirme y salir con el coche a revisar nuestros terrenos vacíos y algunas propiedades en alquiler de la familia que están por Brownsville Olmito y rancho Viejo. Por lo general, hago esto 3 ó 4 veces a la semana. Ayer en la noche fue diferente... ya era después de medianoche, hacía un poco de frío, mucho viento, y empezaba a llover. Sin embargo, decidí seguir adelante. Por alguna razón, tomé la camioneta GMC de mi padre recién fallecido. En el espejo retrovisor de esta camioneta (y también en mis demás vehículos) tengo una foto plastificada de él, que está junto con otras tarjetas de oración que nos dio la funeraria. Levanté el retrovisor, miré la foto y empecé a conducir. Dije: "Hola papá. Voy a conducir tu camioneta esta noche, realmente te echo mucho de menos...".

Me encanta la camioneta de mi papá... Cuando me subo percibo su olor, es como si él estuviera, y todos sus viejas herramientas y algunos de sus artículos personales siguen justo donde él los dejó. Mientras estaba conduciendo, decidí detenerme en una de nuestras propiedades vacías, donde hace poco noté que alguien había decidido tirar su basura. En cuanto comencé a recogerla, vi a un hombre con la ropa sucia, desgarrada y húmeda. Caminaba lentamente, con una cojera muy notoria, por la acera del otro lado de la calle. Estaba muy oscuro, hacía mucho viento y mucho frío, llovía ligeramente y todo estaba en silencio... solo se oía el soplar del viento . Yo seguí recogiendo la basura y colocándola en el contenedor de la camioneta de mi papá, no había notado que el hombre había cruzado la calle y caminaba hacia mí. Desde una distancia segura me llamó y me preguntó si podía acercarse... Le dije que sí, que se acercara... Después me preguntó si necesitaba ayuda para recoger la basura. Tenía una linterna muy potente en la mano y la dirigí hacia él mientras hablaba. Tenía barba y arrugas en la cara y sus ojos se veían secos y cansados. Le dije que no era tanta basura y que terminaría pronto. Él respondió en español: "Disculpe señor, no quiero pedirle nada, solo quiero ayudarlo". Luego le pregunté su nombre. Se llamaba Oscar... después le pregunté dónde vivía. Me contó que vivía en la calle y que a veces dormía fuera de una iglesia a unos kilómetros de ahí. También me contó que dormía detrás de la estatua de cemento de la Virgen María en una iglesia católica que no mencionaré... Este, dijo él, era el lugar donde se sentía seguro por las noches. Mientras me ayudaba a recoger la basura, metió la mano en su bolsillo y me ofreció una de las cuatro o cinco galletas que tenía dentro de una bolsa de plástico arrugada, galletas que se veían rancias. Le di las gracias y me di cuenta de que la pequeña bolsa estaba envuelta con un rosario.

Cinco o seis minutos después terminamos de poner el último resto de basura en la camioneta de  mi papá y le di las gracias mientras se alejaba caminando. Me subí a la camioneta y cuando me senté y vi cómo se alejaba, me di cuenta de que no me hubiera costado nada preguntarle si tenía sed o hambre. Me acerqué a él mientras seguía caminando y le pedí que se detuviera y que se acercara a la camioneta. Él dijo muy amablemente: "¿En qué puedo ayudarlo?". Le pregunté si tenía hambre. "¡Sí, señor, mucha!", contestó. Le dije que se subiera a la camioneta y que buscaría un lugar donde comer algo. Después se dirigió al contenedor de la camioneta y se subió. ¿Qué diablos haces? Paré la camioneta, me bajé y le pregunté: ¿Qué estás haciendo? Te dije que te subieras a la camioneta"... Entonces se disculpó y dijo: "Señor, he estado caminando todo el día desde un lugar muy lejos de Brownsville, donde estuve trabajando limpiando una casa. La persona que me iba a pagar por limpiar su propiedad me dejó ahí sin comida ni agua. Estuve ahí 3 días y estoy muy sucio. Creo que no huelo muy bien. Me da vergüenza ensuciar su camioneta nueva...

No sé exactamente por qué, pero me enfadé cuando dijo eso... realmente me molestó. Así que le dije: "Escúchame, baja del contenedor de la camioneta y súbete a la cabina. Está lloviendo". Cuando se metió y cerró la puerta, se disculpó una vez más por el olor. Le dije con firmeza que no había ninguna buena razón para que se disculpara y que nunca más se sintiera avergonzado de su apariencia, ¡sobre todo si su apariencia externa y su olor eran la consecuencia de un duro trabajo!

Cuando emprendimos el camino, me pidió que encendiera las luces del interior de mi camioneta porque por alguna razón sentía la necesidad de demostrarme que había estado trabajando..., acto seguido, abrió sus puños y expuso las manos... estaban sucias, maltratadas, secas, ensangrentadas y muy muy callosas. Dijo que lo habían dejado trabajando durante 3 días para un hombre que supuestamente regresaría para llevarle comida, agua y mantas a un rancho deshabitado, a las afueras de Olmito. No tenía nada más que un machete para limpiar la propiedad de esas personas deplorables y malagradecidas, quienes, por cierto, nunca regresaron, nunca le trajeron los alimentos y nunca le pagaron. ¡Oscar decidió dejar el lugar DESPUÉS de terminar el trabajo!

Conduje hasta el servicio a coches del Whataburger más cercano y le pregunté qué le gustaría pedir. Me miró, buscó en sus bolsillos y tomó 16 céntimos con un segundo trozo de rosario. Dijo: "No puedo pedir demasiado porque esto es todo lo que tengo... ¡Huh!". Me quedé estupefacto con su respuesta... ¿De verdad pensaba que yo le iba a pedir que pagara su comida? Sonreí y saqué la cabeza por la ventanilla para pedir un super-mega-magnum-paquete con una hamburguesa gigante, con doble queso, doble carne, con todo extra y una Coca extragrande. En cuanto me entregaron su orden, dejé el servicio a coches, y él, emocionado, me pidió amablemente si podía empezar a comer en mi camioneta antes de bajarlo en alguna parte porque tenía mucha mucha hambre. Por supuesto, dije que sí [...].

Bien, nunca he visto a un hombre engullir la comida tan rápido como él... Debió de haber dado 5 ó 6 mordidas, ¡y esa hamburguesa doble con doble de queso, ingredientes extra y esas patatas fritas gigantes desaparecieron! Gimió con cada mordida... Le ofrecí una segunda hamburguesa, la cual rechazó amablemente. Cuando terminó y estaba empacando los pequeños restos en la bolsa, me preguntó mi nombre y dijo que a partir de ahora me iba a incluir en sus oraciones nocturnas detrás de la estatua donde duerme. Después, expresó su admiración por mi "hermosa camioneta" último modelo. Yo empecé a contarle acerca de mi padre y de mi madre, y le conté que la camioneta era de ellos. Le pregunté de dónde era y me respondió que de un pequeño pueblo a varios kilómetros de Matamoros, México. Ahora se encontraba trabajando aquí de lo que podía para ganar algo de dinero y enviárselo a su padre enfermo, que vivía al otro lado de la frontera. En el transcurso de la conversación, él comentó: "Señor, usted debe de tener unos padres maravillosos"... Por supuesto, yo estuve de acuerdo... Y en ese momento, tomé la tarjeta de oración plastificada que le dieron a la familia los de la agencia funeraria y se la mostré.

Justo entonces estaba por recibir la sorpresa más grande de la noche...

Le di la tarjeta de oración con la foto de mi padre y el obituario, y él estuvo mirándola fijamente unos 20-30 segundos, entrecerró los ojos y la movió hacia adelante y hacia atrás. Le pregunté si necesitaba gafas y el me respondió que sí. Así que le presté las mías, y cuando miró la foto por segunda vez, se llevó rápidamente la mano a la boca y nariz, cerró los ojos y empezó a rezar y a llorar mientras hacía la señal de la cruz sobre su pecho. Bien, para ese tiempo ya me había dado cuenta de que era un hombre muy religioso, parecía ser un buen hombre, un hombre humilde, y sin duda era un hombre honesto... Digo esto porque antes dejé a propósito dos billetes de 5$ sobre el tablero de la camioneta, en un lugar donde podía verlos (había pensado dárselos de todas formas), antes de entrar al servicio del restaurante Whataburger. Cuando regresé, me entregó los dos billetes de 5$ y me dijo: "Señor,  creo que se le cayeron estos dos billetes..."

Bien, regresando al momento en que estaba rezando y llorando mientras sostenía la tarjeta de oración de mi padre... Le di un minuto y le pregunté si estaba bien. "Sí", contestó él. Le pregunté por qué estaba llorando y para mi GRAN sorpresa, me miró y me dijo: "Señor, yo conozco a este hombre". "¿Cómo lo conociste?", pregunté yo. "...Su padre..., los conocí a los dos, a su padre y a su madre [...] ¿No son ellos los únicos que tienen una farmacia y una clínica con un médico?". "Sí, es correcto", contesté yo, "mis padres han sido los dueños de la farmacia Price Village de la calle Price los últimos 25 años". "Lo sé", dijo él, "no sabía que había fallecido... sus padres son tan buenas personas". Después me contó que hacía 10 años aproximadamente su pequeña hija había muerto... Dijo que había nacido en México con una enfermedad degenerativa y una deformación muy severa y necesitaba mucha medicación que NO podía pagar, pero que tampoco estaba disponible en México. Entonces cruzó desesperadamente la frontera nadando, quería encontrar un trabajo y conseguir la medicación necesaria para su pequeña hija. "Señor, su padre y su madre nos dieron a mi mujer y a mí los medicamentos que necesitábamos urgentemente para nuestra hija moribunda. Nunca olvidamos su extraordinaria amabilidad y generosidad. Mi esposa (que ya murió) y yo siempre hablábamos sobre cómo podíamos pagarles su ayuda algún día. Y ahora lloro porque me doy cuenta de que no podemos pagarle a su padre porque ha fallecido..."

Le expliqué que si mi padre estuviera vivo, no aceptaría ningún pago por el favor que le hizo, ya que tanto mi padre como mi madre creen que cuando uno da algo SINCERAMENTE... no tiene por qué esperar nada a cambio. Y además le dije: "Hasta donde yo sé.... ya has pagado... esta noche me ayudaste a recoger la basura que alguien más había tirado en la propiedad de mis padres...".

Fue una asombrosa casualidad que Oscar terminara en esta camioneta que pertenecía a las personas que habían ayudado tanto a su familia hace muchos años. Está claro que en el caso de Jimmy la manzana no cayó demasiado lejos del árbol. Al parecer heredó el bondadoso corazón de su papá.

Es maravilloso que esta vez la amabilidad y la gratitud hayan encontrado el camino más adecuado hacia el lugar correcto. Después de esta historia, tengo ganas de darles las gracias a algunas personas antes de que sea demasiado tarde. No te pierdas la mejor frase de todas, ¡su papá está en la foto de abajo!

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