Una mujer de 159 kilos pierde la mitad de su peso en un año
La australiana Jennifer Ognenovski se ha transformado completamente en tan solo un año. Esta chica de 22 años estudia Derecho y ha luchado contra su peso toda su vida haciendo una dieta tras otra, sin éxito alguno.
Las dificultades a las que se tuvo que enfrentar dañaron aún más su baja autoestima y le provocaron una depresión profunda. Se convirtió en un ser muy solitario y poco a poco fue perdiendo contacto con sus amigos. Dejó de comprarse ropa porque temía no encontrar algo que le quedara. Durante un viaje a Europa, su peso se convirtió en un gran obstáculo: "Estaba tan cansada después de caminar un poco, recorrer cualquier ciudad me dejaba completamente exhausta".
Aunque al cumplir los 21 años pesaba 159 kilos, Jennifer seguía sin encontrar la motivación para deshacerse de sus kilos de más. Todo lo que recuerda es que siempre tenía hambre: "Solía comer muchos carbohidratos y me sentía hambrienta con mucha frecuencia. No podía pasar dos horas sin consumir alimentos".
Después de muchos comienzos fallidos, finalmente Jennifer reunió fuerzas para intentarlo una vez más y empezar una dieta estricta. Esta vez, logró perder casi 16 kilos mediante una alimentación baja en carbohidratos y alta en proteínas. Pero decidió tomar medidas aun más drásticas y consultó a un médico para informarse sobre la cirugía de reducción de estómago. En aquel tiempo pesaba 145 kilos y seguía sin sentirse a gusto consigo misma.
Por fin, en febrero de 2016, Jennifer se sometió a la operación. Sentía que era su última oportunidad para llevar una vida normal: "Mientras me llevaban en silla de ruedas al quirófano, yo sonreía y les decía a todos que estaba lista para el cambio".
Después de la cirugía, Jennifer debía tener mucho cuidado con todo lo que comía y bebía. Las dos primeras semanas solo pudo ingerir líquidos, después tuvo que aprender a comer adecuadamente. Durante su estancia en la clínica, Jennifer conoció a una persona a la que le encantaba comer y que la ayudó a continuar con la dieta saludable que había iniciado antes de la operación.
A partir de entonces, Jennifer solo come alimentos bajos en grasas y carbohidratos, y más verduras y proteínas.
¡Solo cinco meses después de la reducción de estómago, Jennifer había perdido casi 57 kilos! Hizo otro viaje a Europa y notó una gran diferencia: "Mis niveles de energía se elevaron muchísimo. Subía varias colinas y escaleras para poder contemplar diferentes paisajes. Aunque hubo días muy calurosos en Grecia, no me molestó para nada".
Cuando regresó a casa, Jennifer decidió hacer algo con su exceso de piel. Al parecer, la gran cantidad de ejercicio que hacía no era suficiente para eliminarlo, así que decidió someterse a otra operación para que se lo retiraran. En enero de 2017 ingresó al quirófano nuevamente.
"Recuerdo que cuando desperté, las enfermeras me quitaron las vendas de los brazos y yo empecé a llorar. Nunca había visto mis brazos de esa forma. Ahora eran muy pequeños", recuerda Jennifer, quien para entonces pesaba 67 kilos y estaba encantada con su nueva figura. "Me siento increíblemente feliz. Ahora salgo todos los fines de semana, y la gente de la universidad que no me ha visto en mucho tiempo no me reconoce, simplemente siguen caminando cuando pasan a mi lado", explicó Jennifer con mucho orgullo.
Jennifer se siente mucho más segura ahora. Acude al gimnasio regularmente y sigue una dieta muy estricta. Ella está consciente de que, incluso con la reducción de estómago, tiene que poner a prueba su fuerza de voluntad si quiere conservar su buena condición física. "Tienes que asegurarte de que la cirugía es la mejor opción para ti. Muchas personas creen que este procedimiento es 'una salida fácil', pero no es así", aseguró Jennifer.
La increíble transformación de Jennifer la ha hecho mucho más feliz y ahora tiene más energía y seguridad para manejar las situaciones estresantes de la vida. Es un logro que merece todo nuestro reconocimiento, ¡bien hecho, Jennifer!