El crimen de las hermanas Papin: uno de los más terroríficos de Francia

Es el 2 de febrero de 1933. En medio de la noche en la pequeña ciudad de Le Mans, en Francia, un gendarme toca fuertemente la puerta de la casa de la familia Lancelin. Nadie contesta, aunque las sirvientas están dentro y se ve una tenue luz de vela a través de la ventana. Con un mal presentimiento, salta la baranda para entrar por otra puerta. Sin embargo, cuando se interna en la oscuridad de la casa, ve el espectáculo más sangriento de su vida. En el suelo, justo a los pies de la escalera, dos mujeres yacen muertas. Sus rostros, irreconocibles, están completamente machacados y sin sus ojos. Sus vestidos de fiesta están empapados por la sangre. Sus piernas han sido mutiladas.

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Se trataba de Madame Lancelin y su hija, Geneviève. Al subir las escaleras, el gendarme encontró a las asesinas: las hermanas Lèa y Christine Papin, sirvientas de la familia desde hacía 8 años. Se abrazaban desnudas y tiritando bajo las sábanas de su cama. A los pies de ella estaban sus trajes completamente bañados en sangre y las armas asesinas.

El crimen remeció al país. ¿Quiénes eran esas hermanas? ¿Qué motivos tenían para asesinar a las mujeres con quienes habían vivido durante tanto tiempo? 

Lèa Papin era 7 años menor que su hermana Christine, aunque se habían mimetizado tanto en su apariencia que no lo parecía. La infancia de ambas había sido dura: su padre era violento e incluso había violado a su hermana mayor, Emilia, cuando ella tenía 9 años. Muchos de sus familiares se habían suicidado o eran también violentos. Cuando sus padres se divorciaron, las niñas fueron a vivir con distintas personas. Y cuando tuvieron edad para trabajar, empezaron a hacerlo de sirvientas, siempre juntas. 

Su relación era rara. Todos lo sabían. Christine parecía estar obsesionada con Lèa, quien claramente hacía todo lo que su hermana decía. Parecían necesitarse tanto que muchos sospechaban que mantenían una relación incestuosa. Se vestían igual, llevaban el mismo peinado. No se relacionaban con nadie más que con ellas mismas y, en ocasiones, su madre. Últimamente Madame Lancelin era especialmente estricta con ellas. Había humillado y maltratado a Lèa, algo que sacaba de quicio a Christine.

La noche del crimen, Renè Lancelin esperaba a su esposa e hija en la casa de un amigo, donde iban a cenar. Sin embargo, ellas se atrasaron muchísimo, cosa que no sucedía jamás. El pobre hombre no sabía que en su casa estaba a punto de cometerse uno de los crímenes más recordados de la historia de Francia. 

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Todo comenzó con una pelea. Madame Lancelin increpaba fuertemente a Christine porque la casa estaba a oscuras: una plancha antigua había hecho cortocircuito y había dejado todo sin electricidad. Entonces, Christine no pudo soportarlo más. Tomó una tetera y, de súbito, golpeó fuertemente la cara de su patrona con ella. Luego corrió a la cocina y buscó más armas: encontró un cuchillo y un martillo. Con ellos, apuñaló a Geneviève en el rostro. 

Al escuchar los ruidos, Lèa bajó las escaleras y vio lo que su hermana estaba haciendo. Bajo sus órdenes, la ayudó. Machacaron y acuchillaron las caras de sus amas durante media hora, hasta que murieron y quedaron irreconocibles. Después, mutilaron sus piernas con la intención de cocinarlas. Por último, les sacaron los ojos con una cuchara. Al terminar, subieron a su habitación, se desnudaron y metieron a la cama. No ofrecieron resistencia cuando las encontraron. 

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Ante las autoridades, las hermanas Papin confesaron el crimen, aunque alegando defensa propia. Christine fue considerada la autora intelectual del crimen, por lo que fue sentenciada a muerte en la guillotina. Sin embargo, tiempo después su condena cambió a cadena perpetua y trabajos forzados. Por su parte, Lèa fue condenada a 10 años de trabajos forzados. Durante su confinamiento, Christine clamaba por volver a estar con su hermana pequeña. No podía vivir sin ella, por lo que dejó de comer y, eventualmente, murió por desnutrición. Lèa, en cambio, cumplió 8 años de condena y fue liberada con anticipación por buena conducta. Desde entonces vivió en el anonimato, con otro nombre. 

El asesinato cometido por las hermanas Papin remeció a la sociedad francesa. Se presume que padecían un síndrome de dependencia y paranoia llamado "trastorno psicótico compartido", en el cual una persona dominante tiene un episodio de delirio que le transmite a alguien más. Esto explicaría por qué Lèa pudo sobrevivir a estar separada de Christine, mientras que esta última murió al ser alejada de su hermana menor. 

Puedes ver más detalles de la historia a continuación (en inglés): 

Las hermanas Papin pasaron a la historia no solo por su sangriento crimen, sino que también por la misteriosa relación que había entre ellas dos. Además, muchos intelectuales de la época lo vieron como metáfora de una rebelión de los pobres contra los ricos: mal que mal, ambas mujeres trabajaban 14 horas diarias y solo tenían una tarde libre a la semana. Independientemente de ello, hasta el día de hoy muchos se preguntan cuál era exactamente el hilo que las unía, si uno de amor incestuoso, de dominación de Christine sobre Lèa o, simplemente, de locura. Podemos conjeturar lo que queramos, pero la verdad se la llevaron ellas solas hasta la tumba. 

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