Una chica pierde su vestido en un fuego pero sus vecinos se lo regalan

Una de las peores tragedias que nos pueden ocurrir en la vida es perder todas nuestras pertenencias en un desastre, porque no se trata sólo de nuestro hogar y las cosas materiales que guardamos en él, sino del vínculo sentimental que tenemos con pequeños objetos en especial: una entrada de un concierto, un regalo de alguien especial, una foto familiar... y el vacío que esa pérdida nos deja en el corazón es casi imposible de llenar.

Y esto es precisamente lo que le ha pasado a la familia Salvato, de Florida (Estados Unidos). El pasado 8 de octubre, la familia tuvo que abandonar su hogar durante el huracán Matthew. Cuando volvieron, se encontraron con los restos de su hogar, que había sido consumido por las llamas en un incendio fortuito. No quedaba nada. Lo perdieron todo.

Pero había una pérdida en particular que hizo mella en el corazón de la hija adolescente de los Salvato. Nicolette, de 15 años, había perdido su vestido de gala durante el fuego, y las posibilidades de ir al baile del colegio, que era en dos semanas, se vieron reducidas a cero. Como es lógico, sus padres no podían permitirse comprarle un vestido nuevo a su hija.

Con el corazón hecho pedazos, la pobre Nicolette comenzaba a asumir que no podría asistir a la noche más especial de su vida. Pero entonces, como si se tratase de una película, ocurrió un milagro.

Al enterarse de lo ocurrido, el colegio de la chica le ofreció una entrada gratuita al baile de bienvenida, y este gesto dio lugar a una "cadena de favores": la comunidad de vecinos se volcó con la familia, regalándoles sus servicios de manera altruista, y haciendo posible que Nicolette pudiera asistir al evento. La joven se compró un vestido de gala nuevo y reluciente en una boutique, y le hicieron el peinado, el maquillaje y la manicura de forma completamente gratuita.

La familia Salvato no podía estar más agradecida. "Están haciendo algo por mi hija que yo no puedo hacer. "Siento que decir "gracias" no es nada", confiesa la madre. Y, por supuesto, Nicolette brilló en su noche especial y no pudo contener las lágrimas de alegría.

De esta historia podemos aprender dos buenas lecciones de vida: nunca hay que perder la esperanza, y además, ¡cuesta muy poco hacer felices a los demás! Los finales felices sí existen, si todos ponemos un poco de nuestra parte. ;)

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