Preso americano entrena a perros en la cárcel para asistir a autistas
Zachary Tucker acaba de empezar la escuela cuando recibe un impactante diagnóstico, que por otro lado, explica su extraño comportamiento: el pequeño sufre síndrome de Asperger, una forma de autismo. La enfermedad empeora a ojos vista.
Y es que el autismo de Zack no solo dificulta su desarrollo en sociedad, sino que le provoca ataques de pánico. Zack no puede dormir y a menudo rompe a llorar. Calmarlo es difícil porque no deja que otros lo toquen mientras está sufriendo un ataque de pánico.
Sus padres Arthur y Susy Tucker están tan desesperados que están dispuestos a probar cualquier cosa. Un día Suzy lee un artículo sobre Chris Vogt en internet. Chris entrena perros y su especialidad son perros que acompañan a niños que sufren autismo. Supuestamente es el mejor que hay. Pero hay un pequeño problema.
Chris Vogt es un asesino convicto que lleva en la cárcel desde 1998. Condenado a 48 años de prisión por ser cómplice de un asesinato, Chris forma parte de un programa para rehabilitar perros en refugios animales.
Y es que Chris encuentra su verdadera pasión en este programa. Se empieza a informar sobre los primeros síntomas y se dedica a leer todo lo que puede sobre el tema. Chris aprende a entrenar al perfecto compañero para estos niños.
Hasta el momento apenas había demanda de este tipo de entrenamientos de canes. En la cárcel se entrena a los perros para ayudar a personas invidentes y sordas; pero Chris consigue desarrollar un programa especial para entrenar a perros que ayuden a personas con autismo.
Para este niño la mera idea es un horror. Solo con pensar en conocer a un preso le pone histérico. Pero justo después del primer encuentro, el niño se da cuenta de lo bien que le sienta estar con esa criaturita de ojos castaños y leales.
Chris ha entrenado al amiguito de 4 patas Clyde para que reaccione inmediatamente cuando perciba que el niño va a sufrir un ataque de pánico. Si el corazón de Zack comienza a latir con más fuerza, indicador de un ataque de pánico inminente , Clyde se acerca y lo distrae antes de que la cosa vaya a peor. Zack visita a Chris varias veces en prisión para participar en el entrenamiento de Clyde.
"Mis ataques de pánico se redujeron al menos en un 70% y ahora estoy lo suficientemente relajado para hacer amigos en la escuela, algo que no pude hacer durante mucho tiempo", cuenta Zack. Para dar las gracias al preso, la familia de Zack va a visitarlo a la cárcel. En el encuentro, Zack hace algo que sus padres no han visto en años: abraza al entrenador de perros que le ha salvado.
Chris llora de emoción cuando se entera de los increíbles progresos que Zack ha hecho gracias a Clyde. Aunque han pasado 21 años tras haber cometido el delito que lo llevó a prisión, es difícil para este hombre hablar de este. Él y un amigo se enzarzaron en una violenta pelea con otro hombre y la situación se les fue de las manos. "Fui demasiado cobarde para hacer lo correcto", relata Chris entre lágrimas. Ahora este programa le permite redimir su delito.
Y en cuanto a Zack, este programa le dio a su perro, Clyde, y una nueva vida. Si va a sufrir un ataque de pánico, el animal dirige su atención al niño, que sabe entonces que ha de cuidar de su perrito. Lo acaricia y eso lo calma rápidamente. Zack puede al fin dormir de nuevo y hacer amigos. El niño, que estuvo a punto de cambiar de escuela, asiste ahora a clases avanzadas. Y todo ello gracias a un prisionero convicto.
Si quieres saber más sobre la historia de Zack y Clyde, puedes ver estos dos vídeos (en inglés):
Esta forma de redención y ayuda por parte de una fuente poco habitual es realmente conmovedora. Si la dedicación de Chris y los progresos de Zack también te parecieron inspiradores, comparte la historia de Clyde y su mejor amigo con todos tus conocidos. Todos merecemos una segunda oportunidad.