Mujer habla sobre lo duro que fue sufrir un aborto natural

Emily Christine y su esposo Dylan viven en Louisiana. Los jóvenes contrajeron matrimonio hace dos años y sueñan con el día en que tendrán a su bebé en brazos. Sin embargo, todavía no lo han conseguido. Esta es la triste historia contada por la misma Emily:

"Tenía que orinar urgentemente, pero no me dejaron ir al baño. Me dijeron que si tenía la vejiga llena, sería más fácil ver al bebé en la ecografía. Recuerdo que me sentía muy frustrada no solo por el hecho de tener la vejiga llena, sino también por tener que rellenar unas 50 páginas de papeleo antes de poder ir al baño y ver a mi bebé después de haber estado esperando durante 8 semanas. 

Por fin me llevaron a la habitación donde me harían la ecografía y todos me recibieron con una sonrisa, ya que la alegría por llevar a un bebé en mi interior era contagiosa. La ecografía empezó y vi las imágenes justo enfrente de mí. El corazón me latía en el pecho. ¡Qué emoción!

Mi esposo y yo habíamos estado esperando este día desde hacía más de un año. Pero estas imágenes eran diferentes a las que había visto que mis amigas habían subido a Facebook, algo no iba bien. 

Y es que no vi nada porque mi cuerpo hacía horas que había sufrido un aborto.

Nada se movía en la ecografía y yo lo sabía. La doctora salió de la habitación y mi esposo me aseguró rápidamente que 'todo iba bien'. Pero no le digas eso a una chica que ha visto cientos de fotografías de ecografías, que ha buscado en Instagram el hashtag '8semanas' para saber cómo se vería su bebé. 

Sabía que pasaba algo y tenía razón. Recuerdo que tenía miedo de llorar. No sentía que me mereciera llorar, ya que 'no estaba embarazada desde hacía mucho' y 'estas cosas pasan todo el tiempo'. Me recuerdo a mí misma aguantándome las lágrimas con todas mis fuerzas y sin poder mirar a mi esposo, porque sabía que su dolor me rompería el corazón.

Me mandaron a casa para que mi cuerpo se recuperara de forma natural y lo hizo. Lo sentí todo, pero no tenía nada que lo mostrara. Mi doctora no me dejó marcharme sin advertirme y tenía razón en todo. Pero lo que no me hizo fue advertirme sobre todo lo que pasaría después del dolor y la desilusión iniciales.

No me dijo que mi cuerpo tardaría semanas en "limpiarse". No me dijo que iba a tener que ver a mi esposo llorando. No me dijo lo duro que sería tener que contarle a mi madre lo que había pasado. No me dijo que mi cuerpo iba a seguir pensando durante semanas que seguía embarazada. No me dijo lo difícil que iba a ser decirle a la gente que estaba bien cuando no lo estaba. No me dijo que esta situación me iba a convertir en una persona celosa de la noche a la mañana. No me dijo lo difícil que sería afrontar la pregunta "¿cuándo vas a tener niños?". Y no me dijo lo difícil que iba a ser perder a alguien que nunca conocí. 

Pero sí que me dijo que podía llorar todo lo que quisiera y que no estaba sola. De hecho, los abortos naturales son tan reales y comunes que una de cuatro mujeres ha sufrido uno a lo largo de su vida; pero no creas que por eso duelen menos. Aunque la estadística diga lo contrario, yo me sentía sola de todas formas y por fin me he dado cuenta de por qué: porque nadie habla sobre ello. 

No me di cuenta de que no estaba sola hasta que empecé a hablar con mis amigas y mi familia. Mi madre, mi tía, mi hermana, la mejor amiga de mi hermana... todas habían experimentado este dolor y esta angustia, un dolor y una angustia que no le desearía ni a mi peor enemigo. 

La gente se preguntará por qué he decidido contar esto después de que hayan pasado meses, pero la terrible realidad es que el tiempo no cura todas las heridas, así que espero que al compartir mi historia pueda ayudar a otros a curar su corazón. No estoy buscando que sientan pena por mí y no pretendo encontrar respuestas. Comparto estas palabras porque, quizá, gracias a ellas alguna mujer no se sentirá sola y las utilizará como un recordatorio o un mensaje de que todavía hay esperanza detrás del dolor. 

Así que espero... Que no te sientas sola. Que te permitas llorar todo lo que quieras. Que veas la luz al final del túnel. Espero que te mantengas fuerte, aunque tu fe sea puesta a prueba. Que encuentres paz. Que no te dé miedo intentarlo otra vez. Que no te eches la culpa a ti misma. Espero que tus amigos te abracen un poquito más fuerte. Que le infundas esperanza a alguien que está pasando por un mal momento. Que seas luz en los tiempos más oscuros. Y espero que celebres la vida de ese bebé tanto como la del siguiente, porque no importa lo corta que sea una vida, todas las vidas merecen ser celebradas y todas las muertes, lloradas". 

 

Las palabras de Emily nos evocan miles de sentimientos: desde la angustia que pasó al principio hasta la esperanza que quiere trasmitir a mujeres que han pasado por lo mismo que ella. Este fue el segundo aborto que sufrió la joven de 25 años, pero, aun así, nunca ha perdido la esperanza de convertirse en madre y tanto ella como su esposo han recibido el 2017 cargados de esperanzas. Porque, al fin y al cabo, eso es lo importante: cuando no nos queda nada, la esperanza siempre nos guiará por el buen camino. ¡Os deseamos toda la suerte del mundo!

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