Mujer inglesa se encuentra con un bebé en África y decide adoptarlo

Hace poco, Emilie Larter experimentó algo que cambió su futuro en un instante. Esta chica de Gran Bretaña acababa de terminar sus estudios para convertirse en maestra y quería conocer otros países, así que viajó a Uganda para trabajar como voluntaria en un orfanato. Al final de su estancia de dos meses, su mundo se puso patas arriba. 

Un recién nacido se encontraba en una situación muy dolorosa. Su madre había muerto recientemente, así que Emilie y sus colegas condujeron hasta el pueblo de Butagaya, situado a una hora del orfanato. Cuando llegaron, se enteraron de que el funeral de la madre del bebé ya había terminado. Él era el séptimo y último niño. 

En vista de que no había nadie que cuidara al pequeño, se lo entregaron al personal del orfanato, como lo indican las leyes locales. Emilie se encariñó de inmediato con el bebé que yacía envuelto en una manta y decidió llamarlo Adam.

La chica de 22 años se convirtió en la única cuidadora de este bebé que apenas contaba con algunos días de vida. Veinticuatro horas al día, siete días a la semana, Emilie se ocupaba de cuidarlo: lo alimentaba, le cambiaba los pañales y se levantaba por las noches para tranquilizarlo. 

Ella ya contaba con los conocimientos de una maestra de primaria, pero no tenía ninguna experiencia con recién nacidos. Con frecuencia, llamaba a su madre para pedirle asesoría. A pesar del estrés, no se arrepentía en absoluto del tiempo que le dedicaba a Adam. Incluso las difíciles condiciones en el orfanato no la hicieron cambiar de opinión; carecían de agua potable y electricidad, y estaban rodeados de enjambres de mosquitos.

El siguiente período de tiempo fue muy duro para Emilie y su protegido. La chica extendió su estancia en Uganda dos meses más, pero tuvo que regresar a Inglaterra para su graduación. Una semana después, dejó Gran Bretaña y regresó a Uganda para ver a Adam de nuevo.

Cinco meses más tarde, no tuvo más remedio que irse de Uganda nuevamente debido a la falta de dinero. Pasó el siguiente año trabajando muy duro para reunir la cantidad suficiente para costear su futuro con Adam. 

Al final, se mudó a Uganda, encontró un trabajo como maestra en una escuela internacional e, incluso, rompió con su novio. Emilie ya no podía imaginar su vida sin Adam. 

Aunque perdió su empleo debido a un recorte de presupuesto de la escuela, recibió mucho apoyo desde que su historia se hizo conocida. Ha recibido muchas donaciones económicas para que pueda hacer realidad su sueño de adoptar a Adam.

Hasta ahora, ha logrado reunir 35.000 dólares en donaciones y tiene la intención de usar el dinero para convertirse en la madre legal de Adam, aunque en la vida cotidiana ya son como madre e hijo. 

Sin duda, les espera un futuro brillante a ambos. Adam puede considerarse a sí mismo una persona con mucha suerte por tener una madre adoptiva que lo ha dejado todo por él. 

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