Para escapar del desierto, construyó una motocicleta con su coche roto

Cuando el electricista francés Emile Leray vivía en Sudáfrica, decidió hacer un viaje en coche por la zona oeste del norte de África. La ruta atravesaba parte del desierto del Sáhara, así que emprendió el viaje muy bien equipado.  

Ya había recorrido esos caminos con vehículos más robustos, pero esta ocasión eligió un Citroen 2CV especialmente adaptado. Nunca se imaginó que su auto estaba destinado a sufrir una transformación muy especial una vez más...

El viaje empezó en Marruecos. Dejó la ciudad de Tantan y se dirigió a Mauritania cruzando la zona de conflicto del Sáhara occidental. Debido a los enfrentamientos de ese tiempo en la región, las autoridades lo detuvieron en la frontera y le negaron el paso. Por extraño que parezca, también le pidieron que llevara a un pasajero desconocido de regreso a Tantan.

Emile se negó a cumplir esta petición argumentando que tenía un seguro especial que no permitía transportar en su Citroen a nadie más. Después dio media vuelta y siguió las instrucciones para regresar, al menos mientras desaparecía de la vista de los guardias fronterizos. Estaba dispuesto a continuar con su viaje, rodeó la zona y buscó una ruta para evitar a la policía, luego continuó hacia adelante a toda velocidad.

Al poco tiempo, se encontró con que las condiciones del camino empeoraban cada vez más. Después de maniobrar el coche sobre una roca especialmente grande, escuchó unos crujidos terribles. El Citroen se detuvo. Intentó arrancar el motor nuevamente de diversas formas, pero ninguna funcionó. 

Emile evaluó la situación y notó que solo tenía provisiones para sobrevivir unos 10 días. Según sus cálculos, el asentamiento más cercano estaba a unos 32 kilómetros. Sin duda, una gran distancia para arriesgarse a recorrerla a pie sobre un terreno tan complicado.  

En vista de que contaba con mucha experiencia en mecánica y, por supuesto, en sistemas eléctricos, decidió rescatar las partes de su coche que aún servían y construir algo que le permitiera regresar sano y salvo a la civilización. 

Retiró la carrocería y la usó para refugiarse de los brutales rayos del sol del Sáhara. Empezó a trabajar solo en calzoncillos y logró desarmar casi todo el coche y agrupar sus partes, pieza por pieza, tratando de calcular cómo las podría usar. 

Solo contaba con herramientas básicas, así que tuvo que ensamblar todo solo con un atornillador. 

Al principio, pensó que se tardaría unos tres días. Pero no fue sino hasta el día 12, cuando solo le quedaba 1/2 litro de agua, que se montó en su nueva motocicleta reciclada, puso en marcha el motor y emprendió el camino. 

Su "Camello del Desierto" solo podía correr a 19 km/h, pero sería suficiente para salvarle la vida. 

Cuando estaba a punto de llegar al pueblo más cercano, lo detuvo la policía, quienes lo ayudaron a completar el resto del trayecto. Le dieron más agua, ¡pero también lo multaron por conducir un vehículo ilegal!

Casi dos décadas y media después, Emile sigue conservando su Camello del Desierto y ese brillo en la mirada que dice: "Cuando mi coche se rompió en medio del desierto, solo construí uno nuevo, camaradas. ¿Cuál es el problema?".

Este chico es como un héroe de una película de acción, excepto porque esa noche no pudo conducir de regreso a casa y, en cambio, se quedó al lado de la piscina para disfrutar de un cóctel y relajarse después de haber trabajado muy duro. ¡Esto también es real!

Esta historia es un buen recordatorio para evaluar tus habilidades para sobrevivir y reflexionar qué harías en una situación como esta... ¡¿Ejem, tal vez es hora de tomar algunas clases?!

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