El arrogante cirujano da una lección al padre de su paciente moribundo

¿Cuántas veces juzgamos a la gente sin saber exactamente por lo que están pasando o los problemas que tienen en sus vidas? A veces nos cuesta sentir empatía e intentar llegar al fondo de por qué otra persona actúa de algún modo.

Un cirujano llegó al hospital; su presencia era requerida en un caso grave que había llegado a Urgencias: un niño acababa de ser víctima de un accidente. El doctor se puso inmediatamente la ropa quirúrgica, y el padre fue inmediatamente hacia él:  "¿Por qué llega tan tarde? ¿Por qué? ¿No sabe que la vida de mi hijo está en peligro? ¡Usted no tiene sentido de la responsabilidad!" El doctor sonriendo, le respondió muy calmado: "Lo siento, no estaba en el hospital, pero he venido tan rápido como he podido. Ahora, cálmese y déjeme hacer mi trabajo".

Pero el padre siguió presionándole: "¿Que me calme? ¿Cómo se sentiría si fuera su hijo? ¿Calmado? ¿Tranquilo?". El doctor volvió a sonreír y respondió: “Los médicos no hacemos siempre milagros. Pero no se preocupe, haré todo lo que pueda por su hijo". El padre, no satisfecho con estas palabras, murmuró: "Es fácil aconsejar cuando no se está involucrado". 

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La operación duró unas cuantas horas, tras las que, por fin, el cirujano salió del quirófano y, con una sonrisa de satisfacción, le dijo al padre: "La operación ha ido bien y su hijo está fuera de peligro". Sin esperar a la respuesta del padre, comprobó la hora en su reloj y salió corriendo, mientras gritaba: "Si quiere saber más, ¡pregúntele a la enfermera!". El padre, volviéndose hacia la enfermera le preguntó: "¿Es siempre así? ¡Pero qué arrogancia! ¿No podía esperar unos minutos para decirme algo más sobre el estado de mi hijo?”.

La enfermera, con lágrimas en los ojos, respondió: "Su hijo falleció ayer en un accidente de tráfico y estaba en el funeral cuando lo llamamos del hospital. Ahora que su hijo está fuera de peligro, el doctor va a enterrar a su propio hijo”.

Esta conmovedora historia nos recuerda que no debemos jugar a los demás por las apariencias e intentar ser más comprensivos con ellos, aunque se trate de desconocidos. Si esta historia te ha conmovido, compártela con tus amigos. 

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