Una mujer ayuda a salir de prisión al hombre que le disparó

Sucedió en 1999: Debbie Bairgrie vivía con su familia en Tampa, Florida. Hacía poco que había tenido a su segunda hija y se había reunido con algunos amigos para tomar algo. En el camino de regreso a casa, alguien se le acercó y le gritó: "¡Ríndete!".

Debbie se dio la vuelta y vio una pistola apuntándole a la cabeza.

Antes de que pudiera reaccionar, el hombre apretó el gatillo y la bala le atravesó la mandíbula, la base de los dientes y la lengua. Cuando la ambulancia llegó para trasladarla al hospital, estaba claro que solo unos cuantos milímetros la habían salvado de una muerte instantánea. Pero por algo había sobrevivido.

Tres días después supo el nombre de su atacante: Ian Manuel. Había sido arrestado por una serie de crímenes y había confesado haberle disparado. Pero hubo un detalle que la dejó impresionada: Manuel solo tenía 13 años. ¿Cómo pudo un niño cometer tal barbaridad? No podía imaginárselo. Estaba asustada, desconcertada y furiosa, ya que le había destrozado la vida.

 

Youtube/USNews24

Y no solo la vida. La mandíbula de Debbie quedó hecha pedazos y tardaron una década en reconstruírsela.

Mientras tanto, Ian fue sentenciado a cadena perpetua, aunque todavía era un adolescente. El jurado quería sentar un precedente. Un año después, Debbie seguía luchando a diario contra las consecuencias del ataque. Un día, recibió una llamada por cobro revertido. La voz del otro lado de la línea le parecía inquietante y familiar a la vez:

"Señorita Baigrie", dijo la voz, "soy Ian. Solo le hablo para decirle que siento mucho haberle disparado. Le deseo a usted y a su familia una feliz Navidad".

No estaba preparada para esto. Nunca había esperado una disculpa de su agresor. Tal vez, lo más sorprendente fue la admiración que empezó a sentir por él, por una persona tan joven que es capaz de superar su propia vergüenza y decirle esas palabras.

Ian empezó a escribirle cartas a Debbie desde prisión, en las cuales le describía su vida encerrado en las cuatro paredes de su celda y le compartía su inmenso sentimiento de culpa. Debbie le escribió de regreso y lo animó a seguir adelante. "Pensé, guau, este chico es inteligente. No tiene por qué desperdiciar su vida. Hay que darle una oportunidad. Era una buena persona y estaba arrepentido".

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Se siguieron escribiendo durante esos 10 años, y Debby se fue recuperando poco a poco de sus numerosas cirugías reconstructivas. Al principio, mantuvieron a Ian aislado porque era mucho más joven que el resto de los reclusos. Pero después decidieron prolongar su aislamiento debido a su mala conducta y a que estaba muy afectado emocionalmente.

Debbie empezó a terminar sus cartas con "tu amiga". Y poco a poco se encontró a sí misma abogando por su libertad junto a organizaciones como Iniciativa para una Justicia Igualitaria (Equal Justice Initiative), la cual apoyó a Ian a partir de 2006. Para Debbie, estaba muy claro que no debería estar en prisión el resto de su vida, mucho menos en una para adultos.

Finalmente, en 2010, la Suprema Corte de los EE. UU. invalidó la cadena perpetua para menores de edad, y todo estaba a punto de cambiar. Debbie se puso las pilas. "Estaba segura de que si yo no lo ayudaba, pasaría el resto de sus días en prisión. Además yo no había perdido la vida y sentía que su castigo iba más allá de los límites".

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En noviembre de 2016, a los 39 años de edad, Ian fue puesto en libertad. Debbie condujo hasta una estación de gasolina de la zona para conocerlo. Cuando ambos bajaron de los coches, ella lo abrazó como si fuera su propio hijo. De hecho, como todos sus familiares cercanos murieron mientras él estaba en prisión, Debbie sentía que era como una madre para él. Hablaron durante mucho tiempo. Ian le contó sus deseos para el futuro. Debbie le mostró fotos de sus dos hijas, quienes ahora también son adultas.

Debbie tomó una extraordinaria decisión al perdonar a su agresor e, incluso, conocerlo y hacerse su amiga. Hasta la fecha, algunos de sus amigos y familiares siguen sin entender su actitud. En este vídeo podrás encontrar más detalles sobre esta historia (en inglés):

Actualmente, la mujer que recibió el disparo y que luego perdonó a su atacante, y el hombre que apretó el gatillo y que pagó su crimen con 26 años de su vida en la cárcel, incluido un tercio de su niñez, son amigos. Como dijo uno de los abogados: ¿Qué significa para un niño traumatizado, atormentado por la culpa y que se encuentra aislado en prisión que la persona a la que hirió aprecie su lado humano? Ian no estaría en libertad sin su ayuda.

Debbie reveló algo muy conmovedor e importante sobre el perdón: "Todos cometemos errores, todos tratamos de salir adelante, y la vida es tan corta. Y si alguien sabe lo que es estar al borde de la muerte, esa soy yo. Lo tengo muy claro. Tenemos que perdonar porque eso nos ayuda a sanar". 

¡Inspirador!

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