Dos hermanos permanecen como dos animales en cautiverio por 15 años
A primera vista, el barrio de Lviv, Ucrania, no tiene nada de extraordinario. Es muy tranquilo y está compuesto por calles estrechas y casas medianas perfectamente alineadas por toda el área. En distritos como este, los vecinos suelen contarse su vida privada. Pero una familia escondió algo siniestro durante 15 años. Todos los habitantes de la calle conocían a los Kuchumovs y tenían una buena opinión de la pareja... hasta que sus inconcebibles actos salieron a la luz.
El descubrimiento empezó con una llamada anónima a la policía en julio de 2013. La voz informó que había dos niños encerrados en esa casa. Así que la policía, junto con algunos trabajadores sociales, les hicieron una visita a los Kuchumovs. La madre, Natalya, les negó la entrada, entonces tuvieron que forzar la puerta. Lo que se encontraron en esas paredes es tan espantoso que no podrán olvidarlo jamás.
El interior era tan oscuro y precario que a los trabajadores sociales les costaba creer que una familia pudiera vivir ahí. Pero lo peor fue cuando encontraron a los dos niños. Uno de ellos yacía en una esquina, sobre un colchón mugriento. Su apariencia era poco humana, y cuando creyó que lo estaban acorralando, se puso muy nervioso y trató de esconderse debajo del único harapo que le servía como manta.
Más tarde se supo que el chico se llamaba Lubomir y que tenía 14 años.
El horror continuó en otro de los rincones de la casa: aquí encontraron a Yuriy, de seis años. El pequeño padecía una desnutrición severa, estaba tan sucio y abandonado que era incapaz de hablar.
Se llevaron a los niños directamente al hospital. La actitud de la madre dejó perplejos a los policías y trabajadores sociales, ya que permaneció inmóvil presenciando el suceso. Se mostraba totalmente pasiva y parecía no darse cuenta de que los "visitantes" estaban horrorizados. Les explicó a los policías que a veces "abría la ventana" para que los niños tuvieran "suficiente aire".
Los médicos también se quedaron de piedra cuando Yuriv y Lubomir llegaron al hospital. Ninguno de los dos niños podía hablar, caminar o usar los utensilios para comer. Ambos se movían a gatas. Tenían llagas y arañazos por todo el cuerpo.
Más tarde se descubrió que, en toda su vida, Lubomir solo había estado tres veces fuera de casa, y que en sus seis años de vida, Yuriy nunca había visto la luz del día. Ambos habían permanecido atrapados como si fueran perros, e incluso habían sido forzados a comer en el suelo.
Los padres fueron arrestados de inmediato bajo los cargos de abuso y abandono. La madre fue declarada psicológicamente incompetente y tuvo que someterse a una terapia; pero el padre, Lubomir, fue sentenciado a dos años de prisión.
Ninguno de los vecinos tenía la mínima sospecha de lo que estaba pasando detrás de la puerta de esa casa. A veces, las personas que sabían que tenían hijos, les habían preguntado por qué los niños no jugaban fuera, pero los padres siempre tenían una buena excusa a la mano. Los compañeros de trabajo de Lubomir estaban muy asombrados cuando se enteraron de que tenía hijos a los que trataba así; siempre lo habían considerado un hombre normal y tranquilo.
Incluso ahora, ninguno de los padres acepta haber descuidado a sus hijos: ambos están completamente convencidos de que les daban lo suficiente para protegerlos del frío extremo o de morir de inanición.
Mientras tanto, los servicios sociales trasladaron a Yuriy y a Lubomir a una casa para niños con discapacidades mentales, donde ya han hecho grandes progresos, aunque Lubomir, por desgracia, sigue sin poder caminar. Debido a que sus músculos estaban tan atrofiados y a que no recibió atención médica durante tanto tiempo, no se sabe con certeza si podrá recuperarse completamente. Pero actualmente, ya no sufre crisis nerviosas cuando ve a otras personas, sino que muestra curiosidad por otros niños y busca formas de comunicarse con ellos.
Yuriv sigue siendo muy tímido; a sus nueve años de edad, empieza a mostrar interés por cosas típicas de su edad. Aunque se ve más pequeño de lo que es, tiene una apariencia mucho más saludable que la de aquel día en que lo encontró la policía.
Parece increíble que esto haya sucedido en medio de una gran ciudad; que en un lugar lleno de médicos, profesores y vecinos, dos pequeños hayan sido criados en la clandestinidad total, bajo las peores condiciones.
Los chicos se recuperan lentamente, pero el recuerdo de la crueldad de sus padres los seguirá por el resto de sus vidas. Ojalá que los niños sigan recibiendo la mejor atención posible, de tal manera que puedan desarrollar todo su potencial y experimentar todas aquellas alegrías que les fueron negadas durante sus primeros años.
Aquí te dejamos el conmovedor reportaje al que acudimos para contarte esta historia (en ucraniano):