Unos voluntarios arreglan esta casa de ancianos en un día

Hay un edificio en Taipei, Taiwan, que no queda bien con las nuevas infraestructuras lujosas que se construyen en la ciudad. En concreto, hay un apartamento en el barrio de Wanhua que luce especialmente mal. Pero un día todo cambió: 28 desconocidos limpiaron y arreglaron el desastre en el que vivía esta familia. Y cuando decimos un día, es literalmente en un día. 

 

Wen nació hace 18 años con parálisis cerebral. Sus padres se divorciaron cuando él era un bebé, y no tardaron en abandonarlo por completo. Fueron sus abuelos los que lo criaron, y no puede hablar ni moverse por sí mismo, por lo que lleva toda su vida postrado en la cama.

Ya que los ancianos se hacían más y más mayores, cuidar de Wen les costaba cada vez más. La puerta del baño era demasiado estrecha para que cupiera una silla de ruedas, por lo que tenían que cargar a su nieto para llevarlo a hacer sus necesidades. La situación se hizo más y más estresante, ya que ambos abuelos tenía la espalda muy adolorida por sendas hernias de disco. Y como tenían dificultad para moverse, empezaban a amontonar cada vez más suciedad.


Por suerte, la fundación Heng-Shian Social Welfare se enteró del caso de estos ancianos y se puso manos a la obra. 28 miembros de la fundación se ofrecieron como voluntarios para presentarse en el apartamento y sorprender a la pareja. Les hicieron una oferta que no podían rechazar: ¡Una renovación completa y gratuita!

Los voluntarios hablaron con los abuelos de Wen para hacerles la casa lo más accesible y cómoda posible. Hicieron la puerta del baño más ancha y le pusieron una rampa para silla de ruedas. Ordenaron y limpiaron todos los rincones del viejo apartamento, para que fuera mucho más acogedor.

También instalaron una barra en la ducha, repintaron las paredes y arreglaron los socavones del techo. En un solo día, el apartamento lucía como nuevo.


La pareja de ancianos estaba desbordada por la increíble acción que estos voluntarios hicieron por ellos. El marido conduce un taxi por las noches y su mujer lleva comida a gente mayor, por lo que tienen que tomar turnos para cuidar a su nieto. Pero no tenían ni el tiempo ni los medios para arreglar su casa.

Pero gracias a la ayuda desinteresada de estos voluntarios, ahora han dado un vuelco a la situación.


La abuela dijo, tras ver la increíble transformación: “El apartamento luce muy distinto. Si viene algún amigo a visitar, se pierden porque creen que no es el mismo sitio". Hablaba con lágrimas de felicidad en sus ojos.

La fundación que lo organizó merece ser reconocida por su labor altruista en una situación difícil para esta familia. ¡El antes y el después queda genial!

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