Un hombre escribe una frase nueva en cartel de un mendigo ciego

Un sábado por la noche, un hombre joven estaba sentado en una zona peatonal enfrente de una tienda cerrada, pidiéndole dinero a los viandantes. El chico, cabizbajo, tenía 20 y pocos años y sus zapatos y sus ropas estaban en las últimas.  

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En el suelo tenía un pequeño cuenco, y en su mano, un cartel que decía: "Estoy ciego, por favor, ayúdame." Solo había conseguido unas cuantas monedas. Un hombre se le acercó, con una bonita chaqueta hecha de tela elegante, y pantalones negros. Llevaba el cuello de su camisa blanca desabrochado y sus zapatos eran de cuero. Cuando vio al mendigo, le dejo unas monedas y se paró delante suya. 

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Tras pensar unos segundos, le quitó al mendigo el cartel. Tras examinar su contenido, decidió añadir algo en la parte libre, y se lo devolvió al chico. Tras despedirse, el hombre bien vestido se fue. El mendigo escuchó los pasos del hombre mientras este se alejaba.

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Poco después, el cuenco estaba llenándose de monedas a toda velocidad. El chico ciego no podía creérselo. Ya que nunca habían sido tan generosos con él, se empezó a preguntar que qué había escrito el chico. Y pronto lo descubrió, ya que oyó la voz del chico elegante y lo reconoció. Lo paró y le preguntó qué había escrito, a lo que el chico elegante dijo: "Solo la verdad. Dije lo mismo que tú pero con otras palabras. Ahora pone: 'Hoy es un día maravilloso y no puedo verlo'". 

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El fondo de ambas frases era el mismo, pero la forma era diferente. La original decía que el hombre estaba ciego y necesitaba ayuda. Y la del chico elegante, que todos deberían estar felices de poder disfrutar de la vida con todos sus sentidos. Ya sea un ciego azul o flores que florecen. Muy a menudo no vemos las cosas bonitas porque nos centramos en las que nos preocupan, o las que no tenemos. Cada día tenemos mil razones para ser agradecidos. La elección es tuya: puedes encerrarte en las cosas malas o caminar por la vida con una sonrisa.

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