La historia de Bruce Reimer, el bebé a quien le cambiaron el sexo

Pocas historias tienen tantos giros y son tan dramáticas como la de los gemelos Bruce y Brian Reimer. Nacieron el 22 de agosto de 1965 en Winnipeg, Canadá. Sus padres, Janet y Ronal Reimer, estaban felices de tener a sus pequeñines. Pero pronto notaron que ambos tenían problemas para orinar, ya que su pene tenía el prepucio demasiado grande. Los doctores recetaron una operación de circuncisión muy sencilla. Pero fue con ella que todo su mundo se desplomó.

Los doctores decidieron utilizar una técnica de cauterización y no la que típicamente se implementa en esos casos. Trágicamente, algo salió mal durante la cirugía y el pene de Bruce quedó terriblemente lastimado, quemado y deformado. Ya no podría utilizarlo nunca más durante su vida. Luego de este error, el hermano gemelo, Brian, no fue sometido a la operación y, de hecho, con el tiempo se curó solo.

Afligidos, los padres de Bruce se preguntaban cómo sería la vida de un niño que no tiene pene. Fue entonces que conocieron al doctor John Money, un psicólogo y sexólogo que realizaba estudios sobre identidad sexual. Él creía firmemente que un niño podía ser una niña si se lo criaba como tal y, de ese modo, convenció a los padres de Bruce de que aún estaban a tiempo para cambiar el sexo de su hijo, ya que, de no hacerlo, viviría una vida miserable.

Así fue como, a los solo 22 meses de edad, el pequeño Bruce fue sometido a una operación de cambio de sexo. En ella le removieron sus testículos, le crearon una vagina artificial, le hicieron un agujero en el abdomen para que orinara y empezaron a darle hormonas femeninas. Además, cambiaron su nombre a “Brenda”. Durante años los gemelos asistieron a sesiones terapéuticas con el doctor Money. Él veía que su experimento era un éxito y, mientras los niños crecían, empezó a forzarlos a hacer cosas impensadas.

El doctor Money insistía en que la exploración sexual era parte del crecimiento de todo niño. Por ello, obligó a Brian y a Brenda a mirarse desnudos. Pero también llegó mucho más allá: los obligó a tocarse, a ponerse en posiciones sexuales e, incluso, los fotografió. Cuando Brenda cumplió 13 años, el doctor insistió en que le hicieran otra operación para crearle una vagina más perfecta y pudiera dejar de orinar por el abdomen. Fue entonces que todo empezó a colapsar.

YouTube/Horror Stories

Brenda había desarrollado una depresión devastadora con el tiempo, y amenazó con suicidarse si sus padres la obligaban a volver a ver al doctor. Hasta entonces, no sospechaba por qué su vulva era tan extraña, pero había recibido el acoso de múltiples compañeros por su extraña forma de ser. Sus padres, en ese momento, decidieron que era mejor decirles a sus hijos la verdad. Los llevaron por separado para contarles que Brenda había nacido, en realidad, Bruce, y todo lo que había sucedido años atrás, cuando la operación de su pene salió mal. 

Para Brenda, esta revelación cambió su vida: al fin entendía por qué se sentía distinta y miserable. Desde que se enteró, cambió su nombre a David y empezó a comportarse como hombre. Además, con el tiempo, se sometió a cirugías para reconstruir su pene, se hizo una masectomía para eliminar los senos que le habían crecido con las hormonas, y comenzó a inyectarse testosterona. Su vida, ahora, tenía sentido. 

YouTube/Horror Stories

Sin embargo, para su hermano Brian la noticia llegó como un shock insuperable. A causa de ello, desarrolló esquizofrenia y una gran depresión. Había quedado traumatizado por la historia y las sesiones con el abusivo doctor. 

Pasó el tiempo y David (anteriormente Brenda) siguió adelante con su vida, incluso se casó y adoptó a tres hijos. Su hermano, en cambio, jamás pudo recuperarse de lo que había sucedido, y un día lo encontraron muerto a causa de una sobredosis de antidepresivos. La noticia llegó como un balde de agua fría para todos. 

David empezó a tener problemas económicos y familiares, había quedado cesante. La gota que colmó el vaso fue cuando su esposa le dijo que quería separarse de él. Dos días más tarde, en el año 2004, David se suicidó con un disparo en la cabeza. Tenía 38 años. 

A continuación puedes ver un video (en inglés) con algunos detalles más de este trágica historia:

La trágica vida de los hermanos Reimer, desencadenada por una absurda negligencia médica, es la clara muestra de mala decisión tras mala decisión. Hay cosas con las que no se puede simplemente experimentar, y la sexualidad de un niño es parte de ellas. Los adultos no debemos imponer cosas en ese territorio; así como hay niños que sienten que nacen en el cuerpo equivocado, otros no pueden jamás identificarse con el sexo contrario. Es nuestro deber respetar sus decisiones y sentimientos, y jamás manipularlos u obligarlos a ser de una manera u otra. Podría arruinarles la vida.

Comentarios

Más de Nolocreo