Médicos salvan a judíos de la muerte gracias a una mentira ingeniosa

En las primeras horas del 16 de octubre de 1943, los residentes del Barrio Judío de Roma (Italia) se enfrentaron a una pesadilla que nunca creyeron que fuera posible. La zona estaba rodeada por soldados alemanes de las SS nazis, que empezaron a llamar a todas las puertas con insistencia. Todos los hombres, mujeres y niños que allí vivían fueron sacados de sus casas y obligados a irse con ellos. 

El Papa Pío XII sabía que los ciudadanos judíos de Roma que vivían bajo su protección estaban siendo conducidos a una muerte segura, pero no hizo nada para impedirlo. Tuvieron solo 20 minutos para recoger todas sus pertenencias antes de verse forzados a dejar sus hogares; muchos de ellos todavía se encontraban en pijama. Pero algunos se atrevieron a correr por sus vidas, saltaron al río Tíber y nadaron hasta que alcanzaron una pequeña isla. 

El hospital Fatebenefratelli (construido en 1582) se encontraba en esa isla. El doctor Vittorio Sacerdoti, el cual era judío, trabajaba allí y llevaba tiempo escondiendo a amigos y conocidos en el hospital. 

Para mantenerlos a salvo de los nazis, Vittorio y sus compañeros Adriano Ossicini y Giovanni Borromeo trazaron un plan muy astuto. Pusieron a sus amigos y conocidos judíos en un ala del hospital y la convirtieron en el módulo de cuarentena. Entonces, se inventaron la existencia de una enfermedad tan seria que requería que los pacientes estuvieran siempre en cuarentena y así asustar a los soldados de las SS que vinieran a buscarlos al hospital. 

Los médicos del hospital Fratebenefratelli se inventaron la enfermedad "Síndrome K", nombre en el que la "K" hacía referencia a dos nazis de alto rango: Albert Kesselring, un mariscal de campo alemán, y Herbert Kappler, el jefe de la policía y servicios de seguridad nazi en Roma. Los médicos dijeron que la enfermedad causaba una muerte muy dolorosa y que era altamente contagiosa. Todo el que se contagiara debía permanecer en cuarentena para evitar que contagiara a alguien más. 

Y el plan funcionó asombrosamente bien. Cuando los soldados nazis llegaron al hospital para comprobar el historial de los pacientes, los médicos les hablaban sobre la peligrosa enfermedad conocida como "síndrome K". Cuando los soldados fueron hasta el módulo de cuarentena, los "pacientes" hicieron lo que habían ensayado en repetidas ocasiones: empezaron a toser, gemir y retorcerse de dolor. Y funcionó. Los nazis se marcharon con el rabo entre las piernas y nunca más asomaron sus cabezas por allí. 

El diagnóstico del "síndrome K" era un código que representaba a los judíos y ayudaba al personal del hospital a distinguir entre los pacientes de verdad y la gente que estaba allí para esconderse de los nazis. Se desconoce el número exacto de personas que se salvaron gracias a esta estratagema, pero se estima que entre 20 y 40 judíos escaparon de la muerte en los campos de concentración escondiéndose en este hospital. 

El hospital Fatebenefratelli sigue funcionando a día de hoy y en 2016 fue declarado "Casa de la Vida" por la Fundación Raoul Wallenberg. 

Una increíble historia sobre el valor de estas personas, a las que no les importó poner su propia vida en peligro por salvar a otras personas. El personal del hospital de verdad honró a su juramento para preservar la vida de sus pacientes. 

"Mi experiencia me ha enseñado que no deberíamos actuar basándonos en nuestros propios intereses, sino en principios. Todo lo demás es deshonroso", dijo Ossicini cuando le preguntaron por su valiente rescate. 

Y es una frase que sigue siendo cierta a día de hoy y debería considerarse un ejemplo para todos. 

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