Descubierto el misterio tras la leyenda del chupacabras

En 1995 Madeylen Tolentino, de Canóvanas, Puerto Rico, estaba en casa cuando vio pasar por la ventana algo que la dejó completamente aterrorizada. Lo que contó más tarde fue algo muy extraño: un ser terrorífico, parecido a un extraterrestre, había pasado corriendo frente a su casa. Pero nadie podía imaginar lo que este suceso desencadenaría, y aún menos, que se hablaría de él durante más de dos décadas. 

Y es que, desde entonces, otras personas comenzaron a realizar avistamientos de seres extraños, que coincidían con la descripción de Madeylen: se trataba de una criatura bípeda, de entre 1,20 y 1,50 metros de alto, con grandes ojos, púas a lo largo de su espalda y largas garras. Pero lo que este ser iba dejando a su paso es lo que más aterrorizó a los ciudadanos: en Puerto Rico aparecieron 8 ovejas muertas, cada una con tres heridas punzantes en la zona del pecho. Los cuerpos de los animales aparecieron sin una gota de sangre en el cuerpo. 

El pánico comenzó a extenderse, pues se reportaron casos similares en otros lugares de Latinoamérica, Estados Unidos e incluso China. Es entonces cuando comenzó la leyenda del "chupacabras". Las personas que lo habían visto lo describían como a un animal de aspecto maligno, parecido a un perro, roedor o reptil, con largo hocico, enormes colmillos, una piel correosa o con escamas verdosas y un olor muy desagradable. Los científicos se interesaron enseguida por el extraño fenómeno, dispuestos a desentrañar el misterio de la bestia con púas. 

Sin embargo, en los años 2000 la descripción del chupacabras sufrió cambios: aunque aún conservaba rasgos de la primera bestia avistada, ahora parecía menos extraterrestre. De andar a dos patas pasó a moverse a cuatro, no tenía pelo en el cuerpo y se parecía a un perro. Pese a la leyenda que muchos querían creer, los científicos lanzaron su hipótesis: el chupacabras se trataba en realidad de coyotes con casos extremos de escabiosa o sarna, una enfermedad causada por ácaros que se alojan debajo de la piel. Esta es la que provocaría la pérdida de pelo de la temida "bestia".

Según los estudios de evolución realizados por Barry O'Connor, biólogo de la Universidad de Michigan, los humanos hemos ido desarrollando defensas contra los ácaros en la piel, así como los perros domésticos, ya que hemos convivido el tiempo suficiente con ellos. Sin embargo, los miembros salvajes de la familia canina (zorros, lobos y coyotes), no han convivido con estos lo suficiente, por lo que cuando se les traspasa la enfermedad, el gran número de ácaros que se alojan bajo la piel causan inflamación y esto lleva a un engrosamiento de la piel. El suministro de sangre a los folículos del pelo se interrumpe, y cae la pelambre. En casos especialmente graves, la condición debilitada del animal deja abierta la entrada a las bacterias que causan infecciones de piel secundarias, las cuales a veces producen un muy mal olor. Al unir todo esto, ya tenemos una monstruosidad fea, pelada, correosa y maloliente: el chupacabras. "Dado que estos coyotes están muy debilitados tienen mucha dificultad para cazar", dijo O'Connor. "Por eso se ven forzados a atacar el ganado porque es más fácil que perseguir un conejo o un ciervo".

Sin embargo, pese a las teorías científicas, la leyenda del chupacabras ha llegado al 2017. Hace varios meses que los habitantes de la zona del Valle de Punilla, en Córdoba, Argentina, achacaban la misteriosa muerte de más de 40 animales a la temida bestia. José Gonçalvez, un vecino de la zona, había logrado sacar una foto al terrorífico ser y lo describió al medio de comunicación Cadena 3 como "un murciélago muy grande, como del tamaño de un águila y ataca caballos y vacas en el cuello o debajo de la cola”.

Pero en este caso el misterio también ha sido resuelto por el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa): las muertes del ganado no tienen nada que ver con el chupacabras, sino que se deben a la epidemia de rabia paresiante, transmitida por los murciélagos. 

Desde fines de abril Senasa había definido un área de vacunación de ganado en un radio de 10 kilómetros cerca del lugar afectado. Resuelto el caso, ahora se aconseja no tener contacto con animales muertos y dar aviso al Senasa, puesto que puede contagiarse al ser humano. Realidad o ficción, el chupacabras es realmente un ser en el que muchas personas siguen creyendo pese a las explicaciones de los científicos. Y es que, ¿a quién no le gusta una historia de terror y misterio? Pero para el asustadizo es bueno saber que todo esto tiene una explicación plausible. ¿Qué piensas tú? 

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