Un artesano convierte la cuna de un bebé no nacido en una silla

En el estado americano de Minnesota una mujer en avanzado estado de embarazo sufrió una tragedia.

Valerie Watts cumplía la etapa final de su embarazo. Los meses anteriores al fatal desenlace se habían desarrollado con total normalidad y sin ninguna complicación. En esta ecografía está el pequeño Noah aún no nacido y completamente bien. Valerie estaba completamente emocionada y feliz pues en poco tiempo su hijo iba a llegar al mundo para ocupar su lugar junto a su madre.

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Pero unos días antes del nacimiento, Valerie, notó que el bebé que llevaba dentro de su vientre estaba más quieto que de costumbre. Así que se dirigió de inmediato al hospital. Los médicos tuvieron que decirle tristemente que su bebé había muerto enredado en el cordón umbilical. El pequeño Noah no tenía ninguna oportunidad de salir a la luz del mundo al lado de su madre que tan ansiosamente había estado esperandolo.

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Valerie estuvo mucho tiempo triste y deprimida por su hijo. Así que construyó en su casa un pequeño altar conmemorativo para el pequeño. Pero para ella era muy difícil separarse de la cunita que tenía preparada para Noah y que lamentablemente nunca pudo usar el pequeñito. Era lo único que le quedaba de su niño.

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Muchos meses después de la tragedia, Valerie organizó una pequeña venta de garaje, en la que quería vender algunas cosas antiguas.

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Gerald Kumpula, un talentoso artesano, vio por casualidad la cunita del pequeño Noah. Él preguntó si podía comprarla.

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De hecho Valerie no quería separarse de ella. Pero después de contarle al amable señor su triste historia, se sintió un poco aliviada y decidió finalmente venderle la cunita.

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Gerald estaba tan profundamente conmovido con esta historia y con el destino que sufrió esta pobre mujer, que pensó de inmediato en hacerle un muy especial obsequio. Así que se dirigió a su taller y allí desarmó la cuna.

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Esta maravillosa silla fue construida por él a partir de la cunita. El artesano condujo su auto hasta casa de Valerie y se la entregó como regalo. Ella estaba tan emocionada y con tantos sentimientos en ese momento que fue imposible contener las lágrimas. Después de haber observado por tantos meses la cuna sin usar de la que tanto había cuidado, ahora estaba ante ella, pero con un nuevo significado y una nueva forma. Un símbolo para no mirar más hacia atrás.

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Con un simple gesto, este hombre trajo luz de nuevo a la vida de Valerie. Si más gente fuera más amable o tuviera gestos como estos, seguramente nuestro mundo sería un lugar más amistoso. Comparte esta historia con tus amigos.

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