Hombre escribe carta al dueño de perra que dejó morir

Recientemente, un hombre al que le encantan los animales publicó en su blog esta carta, en la que se dirige al desconocido que dejó a su perrita en un refugio para que le pusieran la inyección letal. 

"¡Hola! Seguramente no me conozcas y espero por tu bien que nunca lo hagas. ¿Cómo sé yo tu nombre? Las personas de la protectora me dieron la hoja de admisión de tu perrita COCOA, la que tú en su día rellenaste. En esta pude leer que COCOA tiene 12 años, durante los cuales fuiste su dueño, y que te ibas a mudar a un piso donde no admitían perros. Esto te impedía llevarte contigo a tu fiel amiga de 12 años.  Esta amiga a la que llamabas "dulce viejita" y "maravillosa compañera". Y luego mencionabas también algo sobre problemas económicos. Sî, a esa hoja me refiero.  

Bueno, Jean...Ah, disculpa que te llame Jean sin conocerte pero lo voy a hacer. También te podría llamar muchos otros nombres, que no te gustarían tanto. Cuando vi la foto de COCOA y su pelito grisáceo en la página de la protectora de animales, y cuando supe que su dueño la había abandonado después de 12 años, mi fe en el mundo se quebró. ¡En ese momento el corazón se me partió en mil pedazos!

Yo también tuve una perrita hace tiempo, Jean. Me la quitaron porque una vez le mordió el trasero a un niño que estaba tirándole de las orejas. Cuando las autoridades la pusieron en cuarentena durante 48 horas, yo estaba preparado para dejarlo todo: mi casa, mi trabajo...todo con tal de no quedarme sin ella. Estuve a punto de hacer un "Thelma y Louise" y llevármela de la ciudad. Porque así es como soy, Jean, ¡no se deja a tu perro en la cuneta! 

Cuando vi entonces la foto de COCOA , no pude entender cómo alguien podía deshacerse de un miembro de su familia de esa forma tan fría. Y sentí tal compasión por la perrita, que fui sin pensarlo a la protectora y adopté a COCOA en el acto. "Actúa rápido, ya habrá tiempo de pensar". ¡¡¡Ese es ahora mi lema, Jean!!!

Cuando recogí a COCOA, yo tenía conjuntivitis y sinusitis: estaba hecha un desastre. A pesar de todo, fui a recogerla así porque tenía miedo de que estuviera traumatizada o, peor aún, la durmieran. Me torturaba pensar en ella buscando a sus dueños, asustada, y esperando a que la durmieran para siempre. No podía soportar este pensamiento y eso que por entonces no era siquiera mi perra. 

Después de darle antibióticos durante 2 días, me di cuenta de por qué la habías abandonado. Algo me dice que COCOA no se volvió incontinente en la semana en la que estuvo en la protectora. Seguramente manchaba todas tus alfombras y era un problema. ¿Pero tanto como para abandonarla? Nos llevó unas dos semanas, Jean, pero con las medicinas adecuadas, pudimos solucionar el problema. Yo estaba contento, COCOA también, y la casa estaba limpia. 

Lamentablemente, la perrita siguió teniendo problemas. Un par de semanas después, tuvo pancreatitis aguda, lo que supuso más medicación y alimentación especial. Y esto no era barato. Cada bolsa de comida me costaba casi 3 dólares, y comía dos al día. Pero eso no era todo. Probablemente sepas a qué me refiero. ¿No es así, Jean? Exacto, me refiero a los tumores. Nadie sabía decir si la pancreatitis era debida a los tumores. Así que solo podíamos esperar.

Y cada vez tenía más claro que habías abandonado a COCOA porque cada vez estaba mayor, más enferma y débil. Sabías que tenía cáncer y no podías permitirte los costes de un tratamiento. Lo que no puedo explicarme es por qué, Jean, no llevaste a COCOA a otro refugio; otro en el que no la fueran a matar. O por qué no la llevaste a tu veterinario de siempre para que le pusieran la inyección mientras tú estabas junto a ella. Pero no, elegiste el camino fácil. ¡Increíble!

Así que yo pagué los caros tratamientos de COCOA; los de aquella perrita que siempre te acompañó, que fue parte de tu familia y a la que abandonaste como si nada. Y cada dos semanas le compraba una caja grande de pastillas para la incontinencia. Me di cuenta de que los pañales XXL eran los que mejor le venían, si les hacía un agujero en la parte de atrás para la cola. ¡Nada tan complicado, Jean!

A pesar de esto, disfrutábamos el resto del tiempo. Fuimos a las montañas y COCOA vio unos ciervos y se puso muy nerviosa. Enseguida fue hacia ellos para ver si los pillaba. Qué bien se lo pasó.  Poco a poco, quería jugar con mis otros perros cuando terminaban de comer. Esto pasaba cada noche. Era tan lindo verlos... Mis dos perritos aceptaron a COCOA de inmediato y sin problemas. Verlos juntos me llenaba de alegría. Incluso le dejaron acostarse en la hamaca. ¡Y eso no es un gran logro! Los domingos por la mañana dejaba que todos mis perros se subieran a mi cama. Y a COCOA le encantaba este momento, Jean. Ella quería ser uno más. A veces subidos a mi cama estaban los 3 perros, además de mis 2 gatos. ¡A ellos les encantaba!

Sin embargo, los tumores seguían ahí. La operación no era viable, ya que ella era demasiado mayor y estaba delicada. Y la semana pasada se le empezó a hinchar la barriga por primera vez. Esperaba que volviera a su tamaño. Pero eso no ocurrió, Jean. Ayer fuimos al veterinario, donde la ecografía mostró que tenía tanto líquido que ya no era posible reconocer sus órganos. Podíamos intentar que tomara diuréticos para los líquidos, pero eso no solucionaba el problema. Además, yo no quería que COCOA pasara sus últimos días preocupándose por tener un accidente en casa. Esa es la diferencia entre tú y yo, Jean. Yo me preocupaba por COCOA, mientras tú creo que no tanto...

Así que decidimos que tomara esos medicamentos. Me la llevé a casa para que pasara unos últimos días felices. Solo quería cuidarla y mimarla en sus últimos días en la Tierra.  Para que supiera lo buena perrita que era. Pero no duró mucho. De hecho, ese fue el último día de COCOA. Pero algo que tengo claro es que en sus últimos momentos COCOA no estuvo en un suelo frío rodeada de extraños a los que no importa su destino. No, yo quería que su último viaje fuera en los brazos de alguien que la quería. Y así fue. Puse la cabeza de TU perrita en mi regazo mientras la acariciaba y decía palabras dulces para que abandonara este mundo en paz. Le dije lo bonita que era. Le dije lo mucho que la quería mientras le acariciaba ese pequeño bultito que tenía sobre el ojo. Para mí era importante que supiera que la quería. Y que mi cara y mi voz fueran lo último que viera y escuchara antes de irse en su último viaje. 

Quizás te preguntes, Jean, por qué te cuento todo esto. Quizás pensabas que solo quería que supieras cómo estaba COCOA. Pero no te confundas, Jean. Esta carta la escribo para que sepas la gran pedazo de basura que eres. Si alguna vez llegas a leer esta carta, quiero que sepas lo que mis amigos y yo pensamos de ti: Eres lo más bajo que puede haber en este mundo. Quien deja a su perrita de 12 años, aquella de la que supuestamente piensa que es "una dulce viejita" y "maravillosa compañera", en un refugio para que la duerman es la peor persona que pueda existir.  Y ni siquiera le diste la oportunidad de que muriera de una manera digna. No tengo más que decirte. 

Y a todos aquellos que lean esto, ya conocieran a COCOA o no: recordadla de forma bonita. Aquí termina la historia de una perrita muy especial."

Estas palabras son certeras y llegan a lo más hondo del corazón. ¿Quién es capaz de escaparse de sus responsabilidades con tanta malicia? Estoy totalmente conmocionada. En esta carta se honra a un fiel compañero en sus últimos momentos en la Tierra.  

Créditos:

lunachyq via buzz.petsadvisor

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